Arturo Arango comienza su “crítica” a Los juegos de la escritura o la reescritura de la historia, ensayo de Alberto Abreu, con una  interesada referencia a la llamada “guerrita de los e-mails”,  suceso durante el cual decenas de artistas y escritores cubanos se pronunciaron en contra de aquella tendencia dogmática de la política cultural cubana que, de vez en cuando, parece emerger, pues alcanza formas muy sutiles en las cabezas menos contaminadas y en  inesperados momentos. A veces, también en nombre de los valores más revolucionarios y antidogmáticos, tal y como reconozco en la extensa reseña de Arango.

El libro de Abreu elude todo afán de protagonismo, de queja o de cátedra, tres de las causas que convirtieron a la “guerrita de los e-mails” en la imposibilidad de una estrategia  participativa para hacer del ejercicio crítico un espacio permanente en nuestros mayores medios de difusión, más allá de los reales logros, consensos y sesiones críticas que han logrado sostenerse hasta hoy. Se trata de un libro de ensayo, Premio Casa de las Américas 2007, otorgado por un jurado que no sólo integraba Víctor Fowler, sino también el mexicano Víctor Barrera Enderle y la argentina Claudia Gilman, estudiosa de las relaciones entre la intelectualidad y el poder en América Latina, quien ha dedicado algunos textos a dicha problemática en la Isla. Este libro no necesitó ponerse al día con la llamada “guerrita electrónica”, porque había profundizado en las causas que configuran, más allá de batallas ganadas y perdidas, la historia de la crítica cultural cubana del último medio siglo.

Arturo arremete con todas las argucias y contra-argumentos que su entrenada condición de polemista le otorga para devaluar este libro, que debe ser criticado como cualquier otro, y también por su aliento discutidor y por las tesis que maneja, resultado de una investigación documental,  fundamentada en diversos presupuestos teóricos que aplica en  los distintos análisis conceptuales del campo artístico y –en particular- de los discursos críticos en Cuba. El libro se escribe en el mismo tiempo de vida de sus protagonistas, en un periodo lleno de complejidades ideológicas y en un espacio no demasiado amplio como creemos, que es el campo de las relaciones y de las posibilidades que configuran organizaciones, instituciones, publicaciones y otras formas de la promoción y el diálogo. Este es el espacio que cubre el ensayo, un campo cultural cuyas fronteras, limitaciones temporales, normativas y permisibilidades han marcado la vida de cada grupo, tendencia estética, ideológica, política y existencial.

Los juegos de la escritura… revisa y evalúa las bases ideológicas y estéticas de una historia muy reciente –cabría decirse, muy caliente- de las ideas críticas en el último medio siglo cubano. Y con frecuencia en este libro aparecen, además, nombres propios, fechas, páginas, errores, disimulos, retractaciones y componendas, pero todo ello se demuestra no sólo a través de los análisis del autor -que considero atinados, pero de los que cualquier otro estudioso pudiera prescindir-, sino también, y sobre todo, a través de documentos, sucesos y declaraciones firmadas y afirmadas por los propios protagonistas. Este es uno de los valores más contundentes del libro, pues Abreu es capaz de revisar la historia de nuestros dogmas culturales, caracterizar sus discursos críticos, identificar sus protagonistas, sus espacios y momentos de mayor expresión y sus consecuencias posteriores, correlacionando todos estos sucesos, grupos y declaraciones públicas en una lectura contemporánea muy valiosa para nuestra memoria crítica, para nuestra política cultural  y para nuestra  práctica ética.

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CONTRA LA FALSA CRÍTICA