Soy un negro más: Zurbano par lui même[1]

(Primera Parte)

Roberto Zurbano

10 de octubre, 2914

A Antonio Torres, mi bisabuelo, primero cimarrón, luego mambí, finalmente enfermo y olvidado…

Para Georgina Herrera, que lo sufrió como una verdadera madre…

Ser negro y revolucionario en Cuba no es una identidad paradójica, sino un camino colectivo que se elige para, junto a otros condenados de la tierra, confinar todas las discriminaciones que nos impiden la plenitud como ciudadanos. ¡Ni siquiera es fácil escribirlo! El racismo es, en mi vida personal y social, un monstruo a quien le he declarado la guerra hace muchos años. Eso quiere decir que también le he declarado la guerra a algunas personas, ideas y espacios de la sociedad donde vivo, pues a pesar de una Revolución transformadora de la gran mayoría, el racismo en Cuba está regresando en las formas más burdas y novedosas, instalándose con desfachatada impunidad que urge desenmascarar.

Asumir este camino implica retos personales, históricos y políticos, pero sobretodo implica un reto hacia el futuro. No espero grandes resultados ni declaraciones, ni siquiera comprensión ni seguidores, pues con este tema ocurre igual que con los leprosos y los tuberculosos: todos se lamentan, pero pocos ofrecen su mano y algunos ni siquiera piensan en la posibilidad de ser uno de ellos. Siempre alguien pregunta cómo ha llegado uno hasta aquí y creo que merece contarlo. Es como hacer un alto en el camino y mirar un poco atrás, para recordar cómo empezó todo y compartir las razones por las que me he involucrado en esta lucha con tanta pasión y conciencia.

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