El racismo contra la pared
Por Jesús Guanche[1]
Cuando en el siglo XIX José Martí afirmó que «no hay odio de razas porque no hay razas», no era una disquisición literaria, sino una profunda convicción existencial. Cuando en el siglo XX Fernando Ortiz arremetió contra cualquier dirección y colores del racismo, tampoco lo hizo por simple pulimento intelectual, sino tras un consciente estudio del problema que se adelantó visionariamente a los resultados posteriores de la antropología física y la genética. Cuando el 25 de marzo de 1959 Fidel Castro, señaló que: «El problema de la discriminación racial es, desgraciadamente, uno de los problemas más complejos y más difíciles de los que la Revolución tiene que abordar», fue un llamado de larga data, que luego retomó cada vez que era posible colocar el tema.
La reciente Mesa Redonda de la TV volvió a retomar el viernes 20 de marzo, en cuarta ocasión, El racismo sobre la mesa. Un tema que tiene múltiples aristas e interpretaciones y que, obviamente, no es posible agotarlo en una hora. Por ello centramos el panel en tres aspectos iniciales: educación, familia y medios de comunicación masiva, a partir de resultados de diagnósticos y de propuestas específicas.
Todo esto obedece a un trabajo sostenido de la Comisión Permanente de la UNEAC José Antonio Aponte y a los aspectos principales del estado de la cuestión que podemos resumir del modo siguiente: la desigualdad social acumulada durante medio milenio de dependencia colonial, neocolonial y luego del triunfo revolucionario; la ignorancia acumulada sobre el tema dentro de la sociedad cubana; la insuficiente aceptación de su existencia como problema social con independencia del fenotipo de las personas; la insuficiencia del debate público a todos los niveles; el interés de diversas personas e instituciones por ocultarlo, evadirlo o soslayarlo; la escasa presencia en la educación a todos los niveles; la poca visibilidad en los medios de comunicación masiva; lo limitado en la actividad científica y académica; la infravaloración en las estadísticas nacionales; la insuficiente presencia en el discurso político, lo cual afecta su consideración y prioridad en el trabajo político-ideológico y, consiguientemente, el espacio que debe ocupar en la agenda de las organizaciones políticas y de masas; la presencia de enfoques inadecuados cuando ha sido abordado a nivel internacional; el uso del racismo y la discriminación racial como instrumento de subversión política contra Cuba; y la necesidad de fortalecer el trabajo cultural, como cuestiones iniciales.