Una relectura de la Cuaresma desde nuestra negritud.
Por Sarahi García Gómez

Hoy, comenzamos a transitar la Cuaresma. Para la tradición cristiana este es un tiempo para la penitencia y el arrepentimiento, un tiempo para el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y así siempre repetimos: "somos polvo y al polvo volveremos". Pero para nuestros cuerpos negros, que tanto saben de equilibrios y contrastes esta frase pudiera tener otras dimensiones.
Las cenizas evocan la huella de tantos otros cuerpos que no se conformaron con la injusticia y la opresión. Sus cenizas están en la tierra, bajo nuestros pies y en el aire metiéndose por nuestros poros, por nuestro aliento. Las cenizas son una invitación a no olvidar, a tener presente que somos vulnerables y también sagradas, que somos polvo y también memoria. Por su parte, las palabras penitencia y castigo, tienen para nuestros cuerpos negros una connotación fuerte y dolorosa. Siglos de castigo y penitencia fueron el día a día de nuestros ancestros, de nuestras ancestras. Hoy, la Cuaresma se revela para nuestros cuerpos negros como ese camino de liberación, por esos desiertos en los que se necesita vencer tentaciones: la tentación de negarnos a nosotras mismas, la tentación de la culpa y la disculpa constante, la tentación del olvido de nuestras raíces y las luchas que sustentan nuestra esencia… son muchas las tentaciones pero muchas las posibilidades de vencerlas a través de la complicidad, de la solidaridad, de reconocernos cuerpos, no perfectos, pero sí sagrados, cuerpos que están marcados por heridas profundas y también por resistencia y dinamismo para seguir el camino hacia esa Pascua prometida, soñada, que construimos día a día junto al fluir del Espíritu divino. Así transitamos nosotras, las personas negras, el camino de Cuaresma.

(Sarahí García Gómez, Cuaresma 2021).