Archive for septiembre 2015

Afromodernidades

Cuba: debate sobre lo queer.

(Primera Parte)

Alberto Roque Guerra: Elegí el nombre ProQueer por considerar necesario enfocar mi bitácora en los contextos de las prácticas y teoría Queer. Sin denostar en lo absoluto otros enfoques en relación a los géneros y las sexualidades, creo en su potencialidad transformadora y revolucionaria.

Lo queer desconstruye las rígidas categorías en las que se ubican las identidades sexuales y de género, que en mi opinión tienen marcados sesgos y limitaciones en la promoción de cambios a nivel del imaginario social y sobre todo en las políticas hacia las sexualidades y géneros no heteronormativos.

Ser hombre, mujer, gay, heterosexual, lesbiana, bisexual, transexual, practicar la monogamia o no asociarse eróticamente con alguien no son categorías inmutables ni fijas.

Desde lo queer se aboga por una flexibilidad infinita en las maneras de orientar y sentir el deseo sexual, gozar las prácticas sexuales y en el establecimientos de parentescos que no persiguen únicamente la reproducción y la subordinación de un grupo humano hacia otro, de acuerdo a los preceptos de la familia nuclear.

Algunas personas consideran que lo queer equivale al anarquismo en política, otras dicen que favorece el caos. A mi entender lo queer debe interpretarse desde un enfoque más complejo, menos reduccionista y binario.

Desde la fuerte influencia del pensamiento postmoderno postestructuralista lo queer percibe al género y al deseo erótico de forma no linear, considera las identidades de género porosas y fluidas, de manera que pueden parecer caóticas, con límites borrosos, pero al mismo tiempo ese aparente caos genera una organización que deviene en una nueva —y siempre cambiante—estructura social que no perciba a los diferentes sexos, géneros y deseos sexuales como elementos distintivos en la asignación de poderes asimétricos.

Lo queer propone responsabilidad y respeto consigo mismo y hacia otras personas y que nadie, absolutamente nadie, sea un paria por su género o deseo.

La vida empática, con entera libertad para expresar la singularidad del ser humano en cuanto a los géneros y a las sexualidades, sin requerir ser nombrado o normalizado por la cultura o el estado, resulta una propuesta para hacer el mundo habitable.

Aunque suene algo reduccionanista, si tuviese que relacionar lo queer con determinada ideología sería con la utopía del comunismo.

Las bases marxistas (antiestalinistas y antitotalitarias) de la teoría queer integra y reconoce a los géneros y al deseo sexual en las luchas por la emancipación del ser humano.

La Revolución Cubana tiene en lo queer una fuente de pensamiento crítico complejo, antineoliberal, mutidimensional e interseccional.

Lo queer también ofrece herramientas para erosionar otras causas de discriminaciones vigentes en Cuba, como la racialidad, el estatus económico, la clase social, el origen geográfico, la nacionalidad.

Comprende a múltiples ciudadanías más allá del paradigma de ser cubana o cubano en un estrecho marco. La integración verdadera, sin asimilaciones dictatoriales por las mayorías son las bases para una verdadera unidad en un proyecto de nación socialista y de inspiración martiana.

Desde esta perspectiva veo la conexión de lo queer con el proyecto revolucionario cubano en su transición al socialismo y en la necesidad de avanzar y despojarse de enfoques conservadores, y dogmáticos en relación a los géneros y las sexualidades. [Centro Habana, 26 de marzo, 2015]

Alberto Abreu Arcia: Felicidades, me parece excelente tu blog, a pesar de mis reitiscencia con la apropiación acrítica que estamos haciendo del término queer entre nosotros. Pienso que debemos imaginar y crear nuestras propias herramientas conceptuales que emanen de las particularidades de nuestros propios contextos tercermundistas. Por eso la discusión sobre lo queer en
Latinoamérica se observa que su traducción ha generado debates, pues va más allá de
encontrar un término equivalente, aludiendo más bien a las fronteras geopolíticas,
raciales y sexuales, materiales y simbólicas que conforman la región. Las reacciones a
formulaciones teóricas anglosajonas –comenzando por la palabra queer pero extendiéndose
a los libros producidos por teóricos queer– simbolizan proyectos de resistencia
geopolíticas contra la imposición unilateral de estudios del ‘Norte’ hacia el ‘Sur’
que invalidan trabajos de campo, propuestas y creación de conocimiento surgidos,
debatidos y en circulación en el ‘Sur’ .

Alberto Roque Guerra: Muchas gracias. A mi entender lo más grave no es la apropiación crítica del término queer. Aunque coincido que se trata de un anglicismo, no cabe duda que inaugura un pensamiento desdibujado, de fronteras borrosas y fluidas en relación a las sexualidades y los géneros. Casi todos los términos que están reconocidos en nuestra lengua responden a una relación asimétrica y hegemónica impuesta por la heteronormatividad. Los discursos y su fuerza simbólica parten del presupuesto universal de que todo es masculino y lo demás periférico. Decir tercermundista implica, en mi opinión, un reconocimiento de un centro y una periferia y que nos constituimos desde ese referente que es el centro. Lo mismo sucede con los binarios masculino/femenino, heterosexual/homosexual, rico/pobre, blanco/negro, entre otros. Lo queer llama también a desconstruir todos esos binarios (esquema de pensamiento cartesiano y legitimado por el pensamiento post-colonial) y creo que puede enriquecer nuestros propios referentes de epistemológicos.
Los mecanismos de dominación heteronormativos -y más recientemente los homonormativos- se reproducen con mucha similitud tanto en el mundo anglosajón como en nuestras propias realidades latinoamericanas y caribeñas.
Los desafíos en Cuba son muchos, pero identifico a vuelo de pájaro algunos de ellos:
•Ausencia de una feminismo cubano radical, revolucionario y verdaderamente transformador.
•Una Historia contada llena de triunfalismos y epopeyas que apelan a nacionalismos monocromos, patriarcales y homogeneizantes.
•Una academia anclada a conceptos esencialistas y positivistas, cómplice del patriarcado.
•Una pedagogía positivista, bancaria y castrante del pensamiento crítico.
•La ausencia de un movimiento articulado y autónomo para derribar el poder patriarcal y heteronormativo y que sitúe al en el centro a un ser humano no diferenciado por su entrepierna ni por su género.
En resumen, no me asusta el término sino la inacción.

Alberto Abreu Arcia: Querido Alberto Roque:
Coincido con la puntual enumeración de “los desafíos que a vuelo de pájaro [me encanta este modo de enumerar] estableces en tu respuesta. Tampoco discuto que la queer teoría (escribo el adjetivo queer en cursiva con toda intención) desde su perspectiva deconstructora contiene elementos que podríamos aprovechar. Sin embargo, como pasó con la postmodernidad en los años noventa del siglo pasado, creo que todavía estamos “fascinados” con los estudios queer y no lo hemos establecido un debate crítico tanto del término como su teoría y lo importamos de manera acrítica. No me sorprende, eso forma parte de la indigencia teórica que enumeras. Lo que sí me asombra es que esta especie de seducción venga a ocurrir entre nosotros, justo cuando los estudios culturales latinoamericanos están sometiendo a discusión la pertinencia o no del término y de dicha teoría para el contexto latinoamericano. La revista Iberoaméricana ha dedicado su número 225 a esta discusión, también la revista Iconos de Ciencias Sociales en Ecuador consagró un dossier al tema: “¿Cómo se piensa lo “queer” en América Latina?” Incluso, alguno/as como Amy Kaminsky, después de una análisis de los juegos, apropiaciones lingüísticas a los que ha estado expuesto el adjetivo queer, en su traducción al español, propone el término encuirar. Me pregunto: ¿por qué en lugar de aceptar dócilmente el paradigma anglosajón y/o euronorteamericano no atendemos también a estos otros cuestionamientos o descalces de la teoría queer, sobre todo cuando los mismos proceden de comunidades enunciativas de América Latina tan cercanas a nuestros modos de ser, problemáticas, historias y estilos de vida? Tal vez me responderás con esta otra interrogante: ¿qué cosa ha sido la historia intelectual de América Latina, sino estos gestos de apropiarse, con un sentido propio, de ideas y corrientes filosóficas y estéticas emanadas de contextos metropolitanos. Pero, sucede que la teoría y el acto de nombrar nunca son inocentes. A través de ellas se nos piensa, clasifica y se nos construye como objetos de estudios subalternos dispuestos a complacer la voracidad académica metropolitana.
Mis recelos, en principio, parten de esas carencias que en tu repuesta paradójicamente enumeras y otras tantas que podrían añadirse como:
-Lo que ha sido la historia de la trágica y accidentada historia de la izquierda homosexual cubana cuya memoria está hecha de fragmentaciones, silencios, retrocesos,
_La ausencia de una sociedad civil consolidada.
_ El hecho de que nuestros emergentes estudios lesbian/gay no hallan superado la etapa contructivista y todavía, participen de una manera u otra de un esencialismo estratégio.
_ La reticencia de la academia frente a campos de estudios como los estudios subalternos, deconoliales y culturales latinoamericanos.
_La ausencia de una mirada desde un posicionamiento del cuerpo racializado negro a estos procesos.
Y otras tantas problemáticas que tienen un origen más remoto, los cuales remiten a nuestra condición colonial y a nuestra postergada y fallida modernidad periférica. Las cuales no configuran como sujetos de enunciación diferentes, a pesar de que como tú señalas: “Los mecanismos de dominación heteronormativos -y más recientemente los homonormativos- se reproducen con mucha similitud tanto en el mundo anglosajón como en nuestras propias realidades latinoamericanas y caribeñas”.
Si la queer teoría se origina como una respuesta a los estudios lesbian/ gay, y a las nociones de continuidad, estabilidad e integralidad sobre las cuales descansa lo identitario, específicamente la identidad homosexual y los binarismo que la rigen. Nosotros carecemos de ese canon a replicar, ni siquiera los estudios lesbian-gay cubanos se han institucionalizado como un área de estudio en nuestras universidades. Nuestra genealogía es otra, participa de otras tensiones, desanclajes, asimetrías, rutas y transformaciones diferentes al contexto anglosajón que la vio nacer. Por eso, me pregunto si es necesario seguir al pie de la letra, el itinerario y el tipo de contestación que hace la teoría queer en el Norte.
Paradójicamente, si algo disfruto y celebro en los presupuestos que le sirven de plataforma a tu blog, es que nada tiene que ver con los contextos centrales que dieron origen a la queer teoría. Ellos son demandas de nuestra propia realidad y ponen de relieve nuestra atipicidad o rareza con respecto a esos modelos interpretativos metropolitanos frente a los cuales nosotros hacemos el papel de ratas de laboratorios y ellos los dueños de toda la maquinaria y el instrumental teórico que nos analiza, y no precisamente como sujetos que también son capaces de producir conocimiento, de hablar desde y por sí mismo. (Como atento lector de los postestructuralista sabes que hay dominaciones y subalternidades que se construyen desde el espacio de las relaciones saber-poder).
Como Pedro Lemebel, Carlos Monsivais y otros tantos estudiosos latinoamericanos de esta problemática me niego a ello. Escribía precisamente Lemebel como una agudeza digna de tener en cuenta por el carácter inclusivo de las sexualidades populares:
“También la caricatura del homo es el tipo en boga en New York: el modelo masculino, de pelo corto, de arito pequeño, de polera blanca, de jeans y zapatilla. El mercado vende un homo masculino. En New York no vi “locas”. Daba miedo encontrarse con ese olimpo macho, con los cueros, los músculos. Rechazo esa construcción ideológica y me pregunto hasta qué punto los homos también han sido cogidos por el sistema. Creo que liberarse del patrón macho que uno tiene en la cabeza es afirmar la identidad”.

No es casual entonces que muchos teóricos y estudiosos de las sexualidades disidentes o transgresivas encuentren en la figura de “la loca”, la verdadera representación del gay de izquierda latinoamericano y un modelo de resistencia frente al paradigma del Míster gay que proponen los teóricos norteamericanos en sus intentos por interpretar la masculinización del homosexual como acto subversivo que construye una nueva masculinidad gay.
De hecho, insisto, advierto una paradoja en tu blog, se define como proqueer, pero lo interpela, confronta, interroga a partir de problemáticas y tramas muy locales propias de nuestra inconclusa modernidad y otras de carácter regional (latinoamericana y caribeña). Se erige sobre campos de saber inestables, multiplicando y aumentando sus tensiones y dinamismos. Es la paradoja de lo queer en la región: llega a un terreno en movimiento, se une a él y profundiza esos movimientos y llega abarcar constelaciones materiales, simbólicas y políticas muy diversas y transversales que exceden su propio marco teórico.
Como ves se trata de un debate necesario que entre nosotros, corre el riesgo de quedar ahogado por la inacción.
Muchas gracias, a ti por darme la posibilidad de este dialogo, un abrazote,

Afromodernidades

Un asunto pendiente: Movimiento de Hip Hop cubano.

Por Raidel Martínez Cabrera

Cultura Hip Hop en Cuba: Antecedentes y Contexto de desarrollo

Ya desde 1980 en Cuba se escuchaban ritmos afronorteamericanos populares, sobre todo los derivados del Funk y artistas vanguardistas del pop negro, pero no es hasta la próxima década que el producto artístico hace entrada en la Isla. Muchas fueron las modalidades de recepción de esta cultura, un papel muy importante en su divulgación, lo jugó el intercambio con la comunidad cubana residente en los Estados Unidos[1] y los marinos mercantes que viajaban fuera del país que importaban grabaciones tanto sonoras como audiovisuales. La exhibición en Cuba de filmes como Flash Dance, Gansters Paradise (Mentes Peligrosas), la popularidad alcanzada de filmes como Breakin I y II, Wild Style, Beat Street coadyuvaron a la recepción de esta cultura.

En la primavera de 1986, la televisión nacional transmitió el video clip del tema "Sun City" (I don’t sing in Sun City), donde un grupo importante de artistas, opuestos al entonces régimen del apartheid, se declaraban en contra de actuar en ese enclave turístico ubicado en el noreste de Sudáfrica. Entre los participantes se encontraba el influyente grupo norteamericano de rap RUN-D.M.C (Olivera, C. 2013). Todo ello contribuyó significativamente a la asimilación del género en la Isla.

El Hip Hop en Cuba un asunto pendiente.doc

Afromodernidades

“Otro texto de Gustavo E. Urrutia que debemos conocer y analizar”

Por: Tomás Fernández Robaina (Investigador y Profesor Titular. Biblioteca Nacional de Cuba José Martí).

Introducción

La proximidad geográfica entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos desde el periodo colonial hasta el presente generaron influencias reciprocas desde los espacios económicos, culturales, sociales e históricos.

No se puede pasar por alto los planes de los que financiaron los intentos de Narciso López para independizar la isla con el propósito de anexarse a los Estados Unidos.

Esa idea no murió con la muerte de López, se mantuvo viva en la mente de la clase económica criolla como una forma de evitar la abolición de la esclavitud que se expandía poco a poco en las recién fundadas repúblicas americanas. Y aun vencido el sur esclavista estadounidense, el anexionismo se mantuvo como una corriente opuesta al independentismo y a integrismo,

La mayoría de la población afrodescendiente se enroló en las filas independentistas, pero es poco probable que simpatizaran con la anexión. Lo anterior se evidencia en el artículo aparecido en el periódico Previsión, 15 de marzo de 1910:

Que nos importa el turismo ni la prosperidad que con su trabajo puedan esos yankees traer a Cuba, si gracias a ese turismo y a esos yankees se han establecidos diferencias que no existían a raíz de la independencia que sin ellos, sin su influencia nefasta no tomaran las características alarmantes que existen hoy.

No obstante la solución estadounidense para la convivencia de negros y blancos estaba presente en la mente del poder colonial eurocéntrico, como bien se aprecia en la propuesta que hizo Carlos Manuel Trelles y Govín (1866-1951), el bibliógrafo más importante en la Isla en los primeros 50 años republicanos.

Debido a que unos españoles se habían negado a atender a unos clientes negros en una cafetería, el aconsejó contratar a empleados negros para negros para que les despacharan a sus iguales.

Ese hecho reflejada la posibilidad de una creciente tendencia que procuraba una separación social que negaba las esencias de la supuesta fraternidad entre blancos y negros nacidas durante las guerras independentistas.

Nicolás Guillen alertó y denunció la existencia de esa tendencia cuando escribió su artículo “El camino de Harlem”, donde señaló:

Estamos preocupándonos exclusivamente de las formas, y tenemos verdadero terror en llegar al fondo del problema que es grave. Lamentablemente nos vamos separando de muchos sectores donde debiéramos estar unidos, y a medida que el tiempo transcurra, esa división será ya tan profunda que no habrá campo para el abrazo final. Ese será el día en que cada población —a todo se llega—tenga su “barrio negro” como nuestros vecinos del norte. Y ese es el camino que todos, tanto los que son del color de Martí, como los que tenemos la misma piel que Maceo, debemos evitar. (Diario de la Marina, 29 de abril, 1929,p.16; Prosa de Prisa, 1975, t.1, pp.- 3-6)

Otro texto de Gustavo E.docx