Archive for junio 2016

Afromodernidades

La bitácora Negra cubana tenía que ser está cumpliendo su décimo aniversario y va a celebrarlo con la presentación del Directorio de Afrocubanas, un proyecto que nació en este espacio hace casi 5 años pero que ya ha tomado su propio destino. El mismo tiene como intención visibilizar y reconocer los aportes de las mujeres afrocubanas a la cultura e historia nacionales.

El Directorio de Afrocubanas está online desde enero del 2016 y su realización ha contado con el apoyo de quienes participaron como mecenas en este proyecto. El mismo se presentará el martes 21 de junio, a las 11:00 am, en la Librería Alma Mater, en Infanta esquina a San Lázaro, La Habana.

Si tiene una memoria flash a mano, se podrá llevar a casa la versión offline del Directorio de Afrocubanas.

Se agradece compartir esta nota con personas posiblemente interesadas.

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Afromodernidades

El libro de Carlos Acosta ya no se presentará este sábado en La Habana

Jorge Ángel Pérez

Mientras escribo estas líneas el bailarín Carlos Acosta debe estar volando a La Habana. El artista volvió a ser noticia en la ciudad. Primero sería la presentación, en el Gran Teatro Alicia Alonso, de la versión de Carmen que preparó para subir a la escena nacional, y para dar a conocer a Acosta Danza, compañía que acaba de fundar, y de la que es director. Luego vendrían los rumores, sin que fueran confirmados, de que la editorial Arte y Literatura publicaría la autobiografía del bailarín y coreógrafo con el título: Sin Mirar atrás. Aunque medio mundo ya leyera el tomo, los cubanos esperaron, pacientemente, por su aparición.

El libro estuvo antes en el plan de publicaciones de Unión, la casa editorial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, pero jamás hizo el viaje de la redacción a la imprenta. Según se conoció, por susurros, la ira y el autoritarismo de Alicia Alonso fueron la causa de tal decisión. Dicen los que ya leyeron esas páginas, yo no estoy entre ellos, que el autor cuenta de su pobre infancia, de sus estudios en la escuela cubana de ballet y de su desempeño en el Ballet Nacional de Cuba. Gran importancia cobra en la historia, su condición de muchacho pobre y negro. Al parecer, aunque todos reconocieran en la compañía que se trataba de un gran bailarín, Carlos Acosta sufrió por el racismo de su directora.

Y no le tembló la mano al gran bailarín, convertido luego en escritor, a la hora de relatar ciertos pasajes que probaban la predisposición que sufría Alicia cuando se ponía delante de un bailarín o bailarina con una concentración de melanina en sangre algo superior a la de ella. La compañía recién fundada por el artista ya conoce la noticia, se les comunicó que se suspendía la presentación aun cuando el libro ya saliera de la imprenta, aun cuando el bailarín estaba ya haciendo el viaje a La Habana. Los organizadores del evento también se enteraron, y por supuesto que tendrán que dar la cara, aunque nadie sepa a ciencias cierta las razones que darán para escamotear la verdad.

Lo más probable es que no se mencione a la directora del Ballet Nacional de Cuba. Nadie va a comunicar a los posibles lectores, que Alicia Alonso está ofendidísima, con el bailarín negro, negro bailarín preferiría decir ella, porque pone al descubierto su racismo. Se comentó y se comenta todavía, que algunas autoridades del Ballet Nacional de Cuba harían algunas aclaraciones previas a la salida del libro, donde demostrarían que no existe ningún ápice de racismo en el corazón de la bailarina y directora, pero al parecer no se pusieron de acuerdo y el libro no podrá salir ahora, al menos hasta que se haga el desmentido que limpie la imagen de la Alonso.

Parecía que este iba a ser un gran sábado del libro, y si los organizadores no se apuran a decir la verdad, o a rectificar la decisión que con seguridad ya fue tomada, será grandísimo, sobre todo por el fiasco, de los más grandes que se conozcan en la isla, y mucho más si está relacionado con esa Plaza de Armas. Sin dudas, acatar la solicitud de Alicia es una muestra de racismo, como muchos de aquellos ejemplos de segregación que salieron de los palacios que circundan a esa plaza; el de los Capitanes generales y el del Segundo Cabo.

Es increíble que Isabel II, Reina de Inglaterra y mayor representante de una monarquía que en otros tiempos propiciara la trata de negros, convierta al bailarín negro, y cubano, en Comandante del Imperio Británico, mientras la gerontocracia de esta isla que vio nacer al gran artista, impida que se presente un libro que él mismo escribiera.

Tomado de cubanet

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Afromodernidades

El desafío es seguir.

(Conversación con el pastor Luis Carlos Marrero Chasbar a propósito de la Teología Negra de la Liberación y el rol actual de las iglesias protestantes en la lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba).

Por Alberto Abreu Arcia

Pastor, a menudo he comentado con varios colegas la fuerte presencia que tienen los afrodescendientes en las iglesias protestantes de Estados Unidos y otros países del Caribe, sin embargo en Cuba este fenómeno es diferente. ¿Qué desventuras históricas o de exclusión racial pudieran explicar este hecho?

Primero que todo no debemos olvidar que las iglesias protestantes en Cuba llegan en el siglo XIX a través de misioneros del Sur de los Estados Unidos, aunque en algunos casos fueron cubanos en el exilio y comprometidos con la independencia cubana quienes traen estas iglesias a la isla, sin embargo, la historia reconoció a estos misioneros norteamericanos. Por tanto, el modelo de iglesias que llega es blanca, racista, sexista y anglosajona, con un culto muy norteamericanizado (aún existen experiencias de este tipo de culto en Cuba) y por supuesto sin conciencia racial. Bueno….la única conciencia racial era la blanca como supremacía, además todo esto se justificaba con textos bíblicos tales como la conocida maldición de Cam en el libro de Génesis 9: 18- 27, donde supuestamente se argumentaba la esclavitud de unos sobre otros. Este texto con el devenir de los tiempos sigue sirviendo aún, en varias iglesias, para hacer de los negros ciudadanos de segunda.

Otro elemento que no podemos olvidar es que la colonización europea del siglo XV y XVI en América y por ende, en Cuba, llegó con una iglesia que poseía un legado aristotélico de esclavitud y para poder seguir justificando la misma en “el nuevo continente” pues creó la llamada Teología de la Esclavitud, con un juego metafórico en el binomio salvación-perdición. Esto se explicaba así: En África las/os negras/os no conocían el evangelio de Jesucristo lo que implicaba que sus cuerpos y almas estaban perdidos, por tal motivo tenían que ser traídos a las Américas para ser convertidos al cristianismo y con esto salvar el alma pero no el cuerpo, ya que el mismo se purificaba a través del sufrimiento y el trabajo (este maltrato se analogaba al sufrimiento de la vida de Jesús y las Américas era una especie de purgatorio), al morir la persona negra entonces viajaba al cielo donde finalmente el cuerpo y el alma eran libres para siempre. Súmese a esto el uso de la palabra “negro” por los esclavistas para codificar a los habitantes de estas tierras. Cuando la persona fue codificada como una cosa, todo lo demás que tuviera relación con ella se deshumanizó: su mundo, su lenguaje, su religión, su vida.

A propósito de Teología Negra de la Liberación, ¿qué referentes históricos, sociales, y raciales la nutren?

La Teología Negra de la Liberación parte de la memoria histórica del pueblo negro. La situación de exclusión y miseria a que siguen sometidas las poblaciones afro-descendientes siguen siendo visibles en toda América Latina y el Caribe.

Para comprender estos procesos y como se han articulado dentro del quehacer teológico negro, muchos teólogos parten del presupuesto histórico de la “diáspora africana”. Esta categoría se refiere a las grandes poblaciones descendientes del exilio africano para las Américas y otros lugares del planeta, provocado por el sistema esclavista a partir del Siglo XVI.

En tres siglos y medio, el tráfico a través del Océano Atlántico transportó para la conocida américa española cerca de un millón quinientos mil africanos; según algunos estudiosos las posesiones francesas un millón setecientos mil. En el caso de Brasil súmense aproximadamente siete millones de negros y casi dos millones y algo que se compartieron en el caribe inglés. A partir de los años 70, esta experiencia histórica, va a ser reapropiada por la militancia política negra y transformada en una propuesta de negación radical.

En América Latina, África y E.U.A, los grandes grupos y movimientos negros han dado fe de esto. Recordemos por tan solo citar algunos: Placide Tempels publica su obra “Le Philosofie Bantoue” en 1946, la “Teología Africana de Asimilación Cultural” de los años 60, la “Teología del Contexto” quesurge en la realidad del apartheid de Sudáfrica junto al “Movimiento de la Conciencia Negra” con la práctica de militantes como Nelson Mandela y Stive Bikon, la conocida “Black Theology” que surge como expresión de la conciencia de la comunidad negra norteamericana sobre su pasado de esclavitud iniciado en 1619 y la situación presente de segregación. La Independencia de Haití (1804) y luego el Triunfo de la Revolución Cubana (1959), servirán de motor impulsor de todo un pensar teológico en América Latina. No se puede obviar el aporte de Paulo Freire en 1969 con su “Pedagogía del oprimido” dando un vuelco en la educación del momento. También irrumpe en 1971 Gustavo Gutiérrez con “Teología de la liberación” haciendo una ruptura epistemológica con la teología tradicional y colocando a Dios en el lugar de los pobres. No dejamos pasar por alto el Concilio Vaticano II y su propuesta de Inculturación, así como Puebla y Medellín con los obispos del Tercer Mundo. En 1992 surge la campaña “Quinientos Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular” en Managua, luego convertida en movimiento. Toda esta amplia gama de sucesos y otros más, servirán para ir tejiendo y sistematizando la Teología Negra Latinoamericana con excelentes aportes hechos a partir de teólogos y teólogas como Antonio Aparecido da Silva, Silvia Regina da Silva, Maricel Mena, Marcos Villaman, José María Pires, Paulo Ayres Mattos, Antônia Aparecida Quintâo, Zélia Soares de Souza entre otros/as.

Con la diáspora africana, se ha visto brotar en el interior de las comunidades afro-descendientes, resistentes al duro sistema de esclavitud o a las sutiles estrategias de racismo y discriminación, reflexiones teológicas pautadas en las realidades vividas por los pueblos negros y el cuestionamiento sobre las ambigüedades históricas que aún existen.

Por tanto, comparto con mi colega brasileño Antonio Aparecido da Silva que en las praxis liberadoras de los movimientos populares, en las comunidades de bases, en las experiencias de palenques y quilombos y en la religión africana, se encuentran los fundamentos epistemológicos de la Teología Negra de a Liberación

La lucha contra la discriminación racial y el racismo en Cuba, en la actualidad, comienza a ser interpelada por un escenario económico y político cambiante, y de nuevos desafíos: ¿qué impacto podría tener la teología negra de la liberación en este nuevo contexto y en la restauración de la memoria colectiva, el orgullo identitario de los afrocubanos, y en la erosión del racismo que permea el imaginario y la sociedad cubana contemporánea?

En toda sociedad la iglesia puede caer en la tentación de ser juez o parte, como se dice. La iglesia está para anunciar justicia, dignidad humana, valores basados en la solidaridad y el servicio hacia los otros. Cuando la iglesia es capaz de re-producir y hasta justificar expresiones de desigualdades en cualquier sociedad, llámese esta como se llame, pues ahí es donde entran las críticas que hace una teología comprometida con la vida humana y planetaria.

La Teología Negra de la Liberación parte de las experiencias de dolor, racismo y exclusión a las que siguen siendo sometidas las personas negras. Sin embargo en nuestro país no hay en estos momentos iniciativas que desde las iglesias, tanto protestante como católica, existan para forjar una pastoral que atienda los problemas de las personas negras. Esto trae como consecuencia una falta de conciencia sobre la negritud y su problemática, desviando así la atención de las iglesias y por supuesto, del pueblo que forma e informa estas iglesias. El resultado es no ocuparse de las/os que son víctimas de los prejuicios raciales.

Otro hecho que no ha permitido a teólogos y pastoralistas tratar esta problemática, en su especificidad racial y que comparte Romer Portillo, es el de ubicarla como un problema de clase, como el problema de una minoría que sufre al lado de un grupo mayor de excluidos/as y que comparten las mismas vivencias de opresión. Esto origina un tratamiento pastoral muchas veces generalizado, a lo que se une la mala interpretación por sectores eclesiales del “principio de separación Iglesia y el Estado”.

Creo sinceramente que hoy en nuestro país, enfrascado más en sus transformaciones económicas y re-novaciones políticas, está dejando de lado asuntos que emergen con mucha fuerza en nuestra sociedad como el racismo, la violencia hacia las mujeres, el mal-trato a la diversidad sexual entre otros. Creo que específicamente en la problemática que nos aborda esta entrevista, la Teología Negra puede contribuir a visibilizar, mitigar y transformar este escenario de discriminación racial en nuestro archipiélago, pero este asunto aún es agenda pendiente en el interior de la propia iglesia y ahí está nuestro desafío mayor, cambiar una tradición blanca, sexista, célibe y androcéntrica que tiene un peso de más de 2000 años. Por tanto el esfuerzo es conjunto, de todos los que queremos un país más justo y equitativo.

Hace aproximadamente un año, publicamos en este blog un ensayo suyo: “El Nolens Volens de la Teología Negra de la Liberación en Cuba”, en el usted informa sobre la existencia de una pastoral encargada de atender “los problemas de negros y negras que abarca todo el plano cultural, racial y religioso de las mismas nutriéndose de sus historias de vidas y tradiciones, restaurando la dignidad pisoteada, deidades secuestradas y patrias mancilladas a que fueron sometidos y sometidas”. ¿Qué acogida ha tenido dicha pastoral dentro las iglesias protestantes cubanas y cuáles han sido las principales limitaciones para su desenvolvimiento?

Bueno creo que era sobre la no existencia, no solo en Cuba sino en América Latina y me apoyaba en el teólogo Romer Portillo. Hubo un intento, sobretodo en la década de los 90 del siglo pasado, de crear junto a algunas organizaciones e iglesias hermanas de América Latina una experiencia dentro de algunas iglesias cubanas para conformar una pastoral negra. Se presentaron varias tesis teológicas en el Seminario Evangélico de Teología en Matanzas y en el actual Instituto de Ciencias de las Religiones en la Habana con varias propuestas pastorales a la problemática racial. Desafortunadamente esto fracasó, no solo por la resistencia de las propias denominaciones y algunas instituciones pues supuestamente este problema no existía, sino también que muchos de los que empezamos a soñar esta pastoral abandonaron el país por problemas de estudios superiores y nunca regresaron, otros cambiaron a trabajar otras problemáticas o simplemente dejaron la iglesia, también las propias contradicciones internas de todo proceso, si lo hacíamos al modelo latinoamericano o creábamos uno propio, el estigma de algunos – vigente aún- a lo relacionado con las religiones cubanas de origen africano pues siguen siendo cosas del diablo, en fin, así poco a poco se fue desboronando todo y hoy solo queda el recuerdo de esa etapa. Sí hemos continuado haciendo talleres, publicando algunos artículos, articulándonos con otros grupos y organizaciones populares que trabajan la discriminación racial, pero desde el interior de la iglesia quedamos pocos. El desafío…seguir!!!

A propósito de dicha pastoral, ¿cómo podría establecer redes de intercambios y articulación con otras pastorales similares en América Latina y el Caribe?

En el 2006, el teólogo norteamericano Dwight Hopskin y en su afinidad de trabajo con el Centro Memorial Martin Luther King. Jr en La Habana, propone crear una asociación de teólogos de varios países para trabajar en pos de la defensa y dignidad de las personas negras. Por Cuba fuimos elegidos una pastora presbiteriana Izett Samá, quien ha trabajado la discriminación racial dentro de la Iglesia Presbiteriana Reformada y un servidor. Viajamos a Sudáfrica en ese mismo año y junto a colegas de 22 países de los cinco continentes se creó la International Association on Blacks Religion and Spirtualities (IABRS) con su sede en la Universidad de Chicago. Pero ya desde algunos años anteriores al 2006 y en el trabajo con redes en América Latina ya existía una articulación con organizaciones hermanas y teólogos negros de la región. Pienso en estos momentos en la propia Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL) y el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en Costa Rica, la Comisión para la Discriminación Racial de la Iglesia Metodista Brasileña, el Centro de Servicios para la Evangelización y la Pastoral (CESEP) en Brasil, el Union Theological College de Jamaica entre otros. Ahora en estos momentos las relaciones pasan más por instituciones y personas que no por una pastoral pues desafortunadamente, como te dije antes, no existe en nuestro país. Vamos a tratar de re-crearla y luego veremos cómo, con quién o quiénes y para qué nos articulamos.

Hablemos un poco de sus experiencias como Pastor y del Centro Oscar Arnulfo Romero con el trabajo comunitario y otras experiencias destinadas al empoderamiento de la población cubana afrodescendiente.

Bueno es difícil hablar de uno. Sirvo como pastor en la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (FIBAC) en una pequeña comunidad en Micro X, Alamar, al este de La Habana. Llevo junto a mi esposa Daylíns Rufín, también pastora, trece años de trabajo en ese mágico lugar, siempre muy atentos y prestos a las necesidades de las gentes de nuestro entorno. Es una comunidad pequeña, de apenas 20 personas pero con los pies en la tierra, el cielo es para después y otro momento, me siento muy comprometido con este grupo. Además facilito procesos de enseñanzas en el Instituto Superior Ecuménico de Ciencias de las Religiones en La Habana donde comparto las asignaturas de Diálogo Interreligioso, Género y Religión y Espiritualidades Indoamericanas.

En el Centro Oscar A. Romero coordino el área de Fe, Articulación Ecuménica y Sociedad. Es un área que tiene como objetivo propiciar espacios de integración entre fe, política y emancipación social favoreciendo un tipo de espiritualidad que de testimonio de unidad y participación y reafirme el compromiso con el Reino de Dios, haciéndolo realidad en el servicio a nuestro pueblo desde una apuesta profética por la paz, con justicia y la equidad social. Desde este espacio acompañamos experiencias de movimientos populares y eclesiales en América Latina y por supuesto en nuestro país como por ejemplo la Red Barrial Afrodescendiente.

Soy una persona feliz con lo que hago, con mi amada esposa, la iglesia, OAR, mis amigas y amigos de tantas caminadas. Esa es mi cotidianidad. Esta aparece como posibilidad y lugar de Dios desde donde voy construyendo nuevas relaciones que afirman la dignidad de la vida humana y el planeta. Esa mi espiritualidad y trato de compartirla siempre.

Finalmente, algo que no le haya preguntado y que desee compartir con los lectores de afromodernidades.

Quiero dejarles a los lectores una frase de una colega María Cristina Ventura, teóloga dominicana, a raíz de esta entrevista. “Continuar esperando y haciendo que los tambores repiquen, que los cantos de hombres y mujeres negras se transformen en verdaderas sinfonías de dignidad y respeto. Que se rompan las cadenas de tantos hombres y mujeres atadas a la miseria. Que los cuerpos de negros, negras y blancas se muevan al ritmo de la madre África”.

Amén y Aché.

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