Archive for agosto 2015

Afromodernidades

Ser queer en Cuba o el frívolo flirteo con la desmemoria.

Por Alberto Abreu Arcia

Los debates sobre las sexualidades no normativas en Cuba (sus principales demandas, propuestas y universos problemáticos), se están enunciando desde un territorio alternativo, en las afueras del discurso académico-institucional, fundamentalmente en blog y otros espacios vinculados con el activismo. Esta condición marginal de los mismos, unido a la falta de herramientas analíticas propias que históricamente han padecido los estudios sobre las sexualidades disidentes en Cuba, cuya discusión en el campo intelectual cubano postrevolucionario es bastante reciente nos ayuda a entender por qué, en los últimos años, ante la ausencia de referentes locales un segmento bastante influyente dentro de ese activismo ha empezado celebrar de modo festinado y acrítico un grupo de paradigmas y categorías provenientes de comunidades enunciativas fundamentalmente euronorteamericanas.

No voy hacer referencia al debate que la teoría queer ha suscitado dentro de la comunidad enunciativa latinoamericana, aunque mis comentarios de una manera u otra participen de dicha discusión. Tampoco intentaré aquí una disquisición teórica sobre los conceptos de postmodernidad, poscolonialidad, los cuales a finales de los noventa fueron objetos de una amplia discusión y desmontaje por las nuevas cartografías del saber provenientes de los estudios culturales latinoamericanos, ni mucho menos describiré la accidentada trayectoria, llena de episodios lamentables como la diáspora, que describe el encuentro de la generación de intelectuales, escritores y artistas de las décadas de los ochenta y noventa con las teóricos del postestructuralismo. Sobre estos tópicos ya he reflexionado detenidamente en otros escritos.[1]

Por otra parte, si bien es cierto que desde los años finales década del noventa el movimiento LGBTI cubano ha alcanzado varios logros y una exigua visibilidad en los medios de comunicación. Creo que el más importante de todos ha sido el de pasar de los emplazamientos realizados desde el espacio de lo imaginario (la narrativa, la poesía, la pintura, el cine, la crítica y el ensayismo literario) al territorio del activismo llegando articular un movimiento heterogéneo con diferentes grupos, agendas y propuestas.

Un salto en el vacío.

Lo interesante de esta apropiación acrítica de los modelos de la teoría queer anglófona que intenta realizar un segmento bastante influyente del activismo cubano que arriba a la escena social cubana a principio del nuevo milenio es que la misma, directa o indirectamente, trae a colación un grupo de tramas sepultadas en los sótanos de la memoria del movimiento homosexual cubano. Es en este punto, donde un acto ingenuo de apropiación se torna dramático, opera como una cortina de humo, un acto de desmemoria, de un borrón y cuenta nueva, no sólo frente a ciertos traumas de la memoria colectiva del movimiento LGBTI, sino también de la nación cubana. Un salto en el vacío.

Por eso me interesa situar en esta discusión el tipo de diálogo e interpelaciones que podrían sostener con las promesas de los sofisticados paradigmas teóricos de lo queer escritores, pintores e intelectuales gay y lesbianas que décadas atrás y en condiciones de opresión homofóbica no renunciaron a la voluntad de imaginar el proyecto homo/lésbica/bi/trans/a/ sexual cubano y que lejos de toda postura elitista vivieron y reflexionaron sobre un modo de ser homosexual que se articula con escenarios y sujetos populares, y desde esta experiencia se lee y re-inventa la nación. En tiempos tan duros, donde lo personal no era político, sino viceversa, lo político y su ojo censor, su ingeniería disciplinante de los cuerpos, lo dictaba todo, hasta el arquetipo de un sujeto nacional blanco, viril y heterosexual codificado en la fantasía política del hombre nuevo del socialismo.

Cómo pasar por alto el mariconaje guerrero, transgresivo a las normas de una masculinidad heterosexual y blanca de Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Raúl Martínez, Servando Cabrera sus emplazamientos al nacionalismo heteronormativo, sus desmontajes críticos a la izquierda política y sus narrativas universalistas. Todos ellos contribuyeron a la construcción de imaginario y de un modo muy cubano de mirar el cuerpo deseante y deseado del sujeto homosexual. Incluso el mismo Severo Sarduy cuyas deconstrucciones postestructuralistas de todo binarismo y sus teorizaciones sobre la simulación y el travestimos están cargadas de referentes insulares y de un criollísimo barroco. O la misma historia “negra” de los gay y lesbianas nucleados en torno a Ediciones El Puente que testifica la imposibilidad de una articulación entre las políticas de los colectivos homosexuales y raciales con la izquierda política cubana de los años sesenta. Todos ellos, de una manera u otro, tienen mucho que enseñarnos sobre lo que ha sido y continúa siendo uno de los talones de Aquiles en las tensiones entre sexualidad y revolución/ entre activistas del goce y el cuerpo revolucionario.

Porque queer o no. Muchas de las “libertades” que hoy tenemos son resultados de innumerables actos de resistencia y contestación protagonizados durante décadas, en un escenario hostil, por héroes individuales muchos de ellos anónimos.

En una entrevista que le hiciera Juan Carrillo en el 2004 a Beatriz Preciado quien ha seguido muy al movimiento queer desde su nacimiento y cuyo libro Manifiesto Contrasexual se ha convertido en una lectura ineludible para la teorización en este campo, al ser interrogada sobre las posibilidades de globalización de la teoría queer, Preciado alaba la deslocalización política temporal de sus marcos analíticos, tan alejados de la ortodoxia norteamericana. Dice sentirse molesta ante lo que denomina “esta retórica del trasplante o de la absorción”, en países como Francia o España, como si lo queer representara una contaminación o inmigración clandestina, y subraya la condición frágil, propia de los márgenes, que ocupan la teoría y las prácticas queer en Estados Unidos. Entonces, de forma inesperada, su reflexión transita de Europa a Latinoamérica. Evoca la reciente visita que hizo a una universidad Chile donde conoció a Pablo Lemebel y a Juan Pablo Sutherland, y confiesa que estos autores en Estados Unidos terminarían siendo objeto de una “folklorización exotizante” y que raramente “alcanzaran el centro de un debate sobre la construcción del género o de la sexualidad queer”. Ese es nuestro lugar: como objetos folclóricos y exóticos del deseo, nunca como sujetos de conocimiento. Es en este punto, cuando el ademán de reciclaje y apropiación, en el caso de lo queer, corre el riesgo de convertirse en un acto que en el plano de las relaciones saber-poder, norte-sur construye la subalternidad o modos más sofisticados de colonización.

Conducta impropia.

Por eso considero, que el tópico de la memoria resulta esencial dentro de este debate sobre lo queer en Cuba. En Conducta Impropia, la película de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal hay un momento que describe los posibles deslizamientos por lo que atraviesa la lectura y representación del cuerpo homosexual en este viaje norte-sur, centro-periferia, pero desde un itinerario inverso. El viaje al cual me refiero no tiene que ver con el flujo ni las migraciones lingüísticas o epistémicas, por el contrario, se trata de la llegada a Estados Unidos de los homosexuales cubanos que salieron por el Mariel. Ante el lente de la cámara relatan sus dramáticas experiencias como homosexuales dentro de la isla Ana María Simo, José Mario, Reinaldo Arenas, Reinaldo Garcia Ramos, Martha Frayde y Juan Abreu, entre otros. También aparecen otros testimoniantes que no provienen del mundo letrado como Juan Lazo y Caracol una travesti del Oriente de la Isla. Estos dos últimos, sintomáticamente, son negros. Es uno de los escasos gestos donde se visibiliza al homosexual negro cubano y se inscribe su cuerpo en el imaginario nacional-popular. Tanto Luis como Caracol hablan desde un espacio iletrado, que es el mundo de la prisión, de la calle propio de su origen social marginal y humilde. Y al hacerlo sus testimonios socavan al discurso sobre la igualdad racial cubano de aquellos años previos al éxodo del Mariel.

Pero el momento específico de la cinta que me parece iluminador en este debate sobre las asimetrías y disonancias que suscita la teoría queer anglófona en el contexto cubano. Es aquel donde Mireya Robles reflexiona sobre el prisma de perplejidad y rareza desde el cual la comunidad homosexual norteamericana de aquellos años percibe la representación straight de su identidad homosexual que hacen muchos de los recién llegado a Estados Unidos a través del Mariel, “excesivamente histriónicas” y demasiado anclado en los binarismos, comportamiento que Robles achaca a la baja autoestima, la autocensura, el machismo cubano, y la represión política sufrida durante aquellos años. Lo interesante de estas reflexiones de Robles, es que se coloca en el punto de choque o intersección entre dos comunidades homosexuales con dos historias muy diferentes, no sólo política, sino también cultural, social, económica: la cubana y la norteamericana (ésta última principal centro emisor de la teoría queer). Las fotos que el documental exhibe de fondo son todavía más sugerentes. Más que apoyar las palabras de Robles, parecen entablar con ellas un diálogo todavía más sutil. Muestra a varios homosexuales exhibiendo su vestuario kistch, de colores demasiados estridentes que desencaja con el gusto norteamericano. La cursilería y desmesura en la expresividad del afecto, el orgullo con exhiben el spendrum viene a enfatizar su condición de sujetos negros y mulatos, ahora relativizados bajo el rótulo de latinos. Quizás esta especie de desbordamiento de la identidad sexual por sus márgenes tan caros a Lemebel, sea que Beatriz Preciado llama “folklorización exotizante”.

Percibo también en la mirada un tanto desafiante y los gestos ufanos con que estos sujetos posan ante la cámara fotográfica las marcas de cierto desafío propio de cuerpos obligados a vivir en la resistencia, la transgresión, la sordidez callejera y que el poder no pudo disciplinar. Es lo que Robles, quien llegó a ese país en el 1957, no llega a comprender. Me refiero a lo que el histrionismo y la alharaca de las locas en el contexto periférico, que le niega sus derechos, y que recién acaban de dejar atrás tiene de resistencia y autoreafirmación de su identidad, sobre todo cuando se es negro y maricón y tu vida transcurre en una territorialidad movediza, tránsfuga, rodeado de guapos, expresidiarios, camorristas donde los códigos barriales de solidaridad, negociación y pertenencia son otros.

Carnaval, mi papi, que me descompongo.

En uno de los momentos de la entrevistas antes citada, Beatriz Preciado, con esa ubicuidad y voracidad teórica de lo queer que todo lo absorbe y homogeneiza bajo su sombrilla, propone que la teoría queer ahora emprenda su viaje a la periferia y desde allí retorne enriquecida a su centro emisor. Lo que pudiera parecer muy bien, si no encubriera este desmesurado apetito de lo queer por universalizarse, y que termina siendo tan imperial como el imperialismo blanco y burgués contra el cual dice erigirse.

Qué razones llevan al emergente movimiento LGBTI cubanos a la búsqueda de referentes foráneos para construir su identidad: ¿la simpatía?, ¿el snobismo?, ¿el desconocimiento?, ¿la ausencia de un pensamiento más crítico de las herramientas conceptuales que utilizamos o de un pensamiento como tal? Creo que todo esto. Al tiempo que estas posturas dibujan en el mapa de las luchas por los derechos de gay, trans, y lesbianas más de un contrasentido. Por ejemplo, se abraza la teoría queer con su deconstrucción de los binarismos contenidos en la oposición lésbico-gay y su división fundada en el género y al mismo tiempo se aboga por el matrimonio igualitario. Y con todas estas y otras tantísimas carencias nos llamamos queer, es el sumo del carnaval y el choteo insular. Por eso, en lo que a mí respecta que se saquen de esa conga, pues detrás de esos tambores no quiero arrollar.

Afromodernidades

De madrugada en Infanta y 23 o ¿Incorrecta actuación de la policía?

Por Francisco Rodríguez Cruz

No suelo salir los sábados en la noche, pero un amigo cubano que vive en los Estados Unidos y vino de visita me insistió en que mi pareja y yo le acompañáramos a dar una vuelta. Sobre las nueve y media o diez de la noche llegamos a Infanta y 23, en el Vedado, uno de los puntos de reunión de la comunidad LGBT desde hace bastante tiempo, a escasos metros del Malecón habanero.

Corría una agradable brisa marina en la esquina frente al Ministerio de Comercio Exterior, y nos sentamos a conversar y tomar unas cervezas sobre la amplia plataforma de granito que rodea a ese edificio. Al principio había pocas personas, pero luego llegaron más, sobre todo jóvenes, como dicen que usualmente sucede allí los fines de semana.

Conversamos de lo humano y lo divino, e incluso me encontré con colegas y amistades de la prensa y el activismo. El tiempo pasó rápido. La gente hablaba, enamoraba, flirteaba, escuchaba música o hacía quién sabe qué con sus teléfonos móviles, exhibía sus peinados y atuendos de moda, en fin, eran felices.

En las más de cinco horas que estuvimos en esa esquina no vimos ninguna discusión o incidente, pero la tranquilidad terminó al filo de las tres y media de la madrugada cuando la Policía llegó con un aparatoso despliegue de infantes y silbatos para despejar el área. Había que ir para el muro del Malecón: esa era la orden. Porque sí.

Según me contaron después, esto sucede en el lugar con mucha frecuencia. El capitán de la Policía con quien traté de razonar al respecto, también lo confirmó. El oficial nos explicó los motivos de la medida, pero sinceramente, no me convenció. Porque, además, tuvo que darme la razón acerca de que no sucedió nada esa madrugada que justificara la actuación policial.

¿No habrá otra manera de prevenir las supuestas indisciplinas que puedan ocurrir —pero que no ocurrieron, al menos esa noche— sin causar esa impresión de desalojo masivo? ¿Por qué pueden sentarse en ese mismo sitio quienes navegan por wifi y no las demás personas? ¿Es legal impedir la permanencia en una zona pública que no tiene ninguna señal de restricción en el acceso?

Llamo a las autoridades policiales y del gobierno de la capital a reflexionar sobre esto. Aquí el audio de nuestra tensa conversación con los agentes del orden público:

https://soundcloud.com/paquitoeldecuba/policia

Tomado del blog Paquito el de Cuba

Afromodernidades

SER MUJER NEGRA, LESBIANA Y AFROFEMINISTA EN LA CUBA DE HOY.

Por: Lic. Norma R. Guillard Limonta. (Psicóloga Afrocubana, Feminista y Comunicadora. Miembro de la Sociedad Cubana de Psicología).

Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos distintas.

Estar juntas las mujeres gay no era suficiente, éramos distintas.

Estar juntas las mujeres negras no era suficiente, éramos distintas.

Estar juntas las mujeres lesbianas y negras no era suficiente, éramos distintas.

Cada una de nosotras teníamos sus propias necesidades y sus objetivos y alianzas muy diversas.

Audre Lorde

Introducción:

Antes de hablar del afrofeminismo en Cuba como concepto hay que remontarse un poco a la historia de lucha de las mujeres y los diversos procesos por los que ha pasado el feminismo en el mundo.

El feminismo, por su significación, no es exclusivo de las sociedades contemporáneas, ha existido a través de los siglos bajo formas diferentes, aunque es a partir de la industrialización cuando se mueve a escala mundial. Cuba, de alguna manera, no estaba apartada de estos procesos.

Desde antes de la Edad Media, la filosofía y la historia han ido nombrando personajes que si bien no se les llamaban feministas ya iban dando los pasos, cuestionándose el poder masculino como es el caso de las mujeres Pitagóricas, Theano, Phintys, Perictione, Aspasia, Safo, Las Hetairas, Glycera, Herpiles, Hiparquia con sus luchas por transformar estilos de vida a través de diferentes maneras de resistencia. Era una forma de influenciar en los hombres de esas épocas buscando modificaciones en la cultura, la política y las costumbres. Sus luchas contra la misoginia (rechazo a la mujer) forma parte de esta de batalla constante que aun hoy se libra.

A finales de la Edad Media se fueron logrando algunas victorias pírricas, se daban movimientos de debates que llevaban a rebatir esos pensamientos misóginos entre hombres y mujeres cultas, como “Las Preciosas Ridículas” quienes promovieron estas querellas que luego iban saliendo al espacio público.

Propiamente, se comienza a hablar de feminismo en los siglos XVIII y XIX, vinculados a la Revolución Francesa, también a la Modernidad, a la Ilustración, como un pensamiento antropológico que tuvo sus referentes en las ideas racionalistas e ilustradas de igualdad entre los sexos, de incorporación de la mujer a la Cultura y por ende a la liberación que esta implica y la conquista de los espacios públicos.

A finales del Siglo XVIII la teoría feminista es difundida ampliamente, las mujeres que lucharon y fueron protagonistas de la Revolución Francesa publicaron textos que tuvieron repercusión en la época y en sus vidas. No hay que olvidar el precio que tuvieron que pagar muchas de ellas por la defensa de los derechos. Por ejemplo, Olimpie de Gouges terminó guillotinada, a Mary Wallstonegraft la agredieron en su intento de madre soltera, a muchas las llevaron a huelga de hambre, al cierre de sus clubes, y otras barbaridades.

Nada de eso sirvió para detenerlas y salió a la luz el movimiento sufragista y entre sus voces Sereca Falls, miembro de la clase obrera y Betty Fredman. Este movimiento que se extendió por Estados Unidos e Inglaterra. Su influencia llegó a Cuba a través de Ana Betancourt, y se sumaron Emilia Casanova, Juana Borrego, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Camila Henríquez Ureña, Aurelia Castillo y Mari Blanca Alomá, entre otras aun no nombradas como la afrocubana María Damasa Jova. Llama la atención la atención en estos intentos por historiar el movimiento feminista cubano de este período la invisibilidad de las mujeres negras y mestizas que iniciaron la defensa de sus derechos en la revista Minerva ( Rubiera, Martiatu, 2011).

Muchas de las experiencias obtenidas por las siguientes generaciones de mujeres en Cuba son el resultado de un proceso de lucha por su igualdad dentro de la construcción del sistema social cubano, vivenciándose la necesidad de acciones específicas que la Federación de Mujeres Cubanas (F.M.C.) enfrentó.

Es válido reconocer, también, un grupo de acciones que, desde diferentes espacios de visibilización, se realizaron con enfoque de género como la Cátedra de la Mujer, en la Universidad de La Habana, la que impulsaron las Mujeres Comunicadoras Feministas desde el Comité Gestor de Magín, a través de la Unión de Periodistas con énfasis en los debates de Género y Comunicación. Allí se abordaron los términos de patriarcado, subordinación, sistema sexo-género. Reflexionándose sobre lo que significa ser mujer, sus limitaciones, deberes y cómo definir, diferenciar y conocer los distintos tipos de feminismos que versan sobre un modo de vida que está siempre en renovación, que ha conllevado a diferentes corrientes de pensamientos que hasta hoy se debaten.

En este proceso se identificaron diversos enfoques como el feminismo de la igualdad: corriente que se destaca por el aporte del concepto de división sexual del trabajo, visibilizando la desigualdad de los sexos. El feminismo de la diferencia, que destaca la importancia del reconocimiento de los cuerpos y la lucha de las mujeres por su total autonomía. Se valoró también la búsqueda de un enfoque nuevo en la revolución sexual, la necesidad de desmontar el poder absoluto que se le ha dado al pene, que perpetua el patriarcado. Buscábamos que las mujeres fueran capaces de definir lo que realmente nos es placentero y exigir nuestros derechos sexuales.

También cuando se habla de género _como una categoría que visibiliza la subordinación de las mujeres_ sale a la luz una serie de brechas, pliegues y fisuras donde el concepto de género se revela como una entidad donde las mujeres lesbianas, negras, latinas, pobres, no se sentían incluidas. Surge entonces la necesidad de otra visión del feminismo, más abarcadora y colectiva: el afrofeminismo. A partir de estas problemáticas muchas feministas han elegido el lesbianismo como acto político o el celibato como forma de oponerse a la subordinación sexual y sexista sin interés al poder de dominación que representa el pene. (Curiel, 2003)

Para poder entender todo el proceso por el que atraviesa el reconocimiento de una identidad lésbica desde la afrodescendencia hay que analizar las luchas que durante tantos años vienen enfrentando las feministas para ser reconocida como ciudadanas de derecho. Más adelante, discutiremos algunas de las valoraciones más actuales realizadas por destacadas afrofeministas como Alice Walker, bell hooks, Audre Lorde, Ochy Curiel, Sueli Carneiro, entre otras, que nos servirán de referentes. Ya que Cuba aún estamos camino a incorporar estos enfoques, los cuales considero no distan de nuestro proceso, como se demostraran próximos estudios.

En Cuba aun no contamos con la posibilidad de saber de los más de 11 167325 millones que tenemos en la población cuántas personas son lesbianas y cuántas bisexuales y mucho menos tener una idea de cuántas se asumen como lesbianas, pero de lo poco que sabemos, por entrevistas realizadas en un espacio de confluencia, es que la exclusión mayor que se da versa sobre la lesbofobia.

Con relación a la racialidad el censo refiere que en nuestra población somos 1 034 044 negros, de los cuales 491 299 son mujeres y 542 745 son hombres. En la población mestiza 1 478 591 son hombres y 1 494 291 son mujeres, pero tampoco es posible saber cuántas negras y mestizas son lesbianas. Ahora bien, las que han podido ser entrevistadas en relación a la discriminación, todas refieren haber sufrido diferentes niveles de discriminación o, de una manera u otra manera, rechazo. En algunos casos de forma triple: por mujer, negra, lesbiana y algunas por expresidiarias recibidas a veces por parte de las mismas congéneres lo que se relaciona con una fuerte lesbofobia que nos motiva a reflexionar sobre este tema casi invisible de ser mujer negra, lesbiana y feminista.

SER MUJER Y NEGRA

A las mujeres no nos enseñan a querernos, ¿por qué será?

La autoestima es el amor a la imagen de sí misma. Por lógica toda persona nos auto-conferimos un valor, que se refleja en la forma en que nos cuidamos, nos aceptamos y nos queremos; así como hacemos que los demás nos acepten como somos, respeten nuestras diferencias y especificidades de nuestra personalidad.

Cuando nacemos no tenemos pasado, ni experiencia de comportamiento, tampoco se tiene una escala de comparación para valorarse a sí misma. Es a través del proceso de socialización donde cada persona va formando sus propias valoraciones de cómo se ve a sí misma y de cómo la perciben los demás. El sentido de valor propio no se trasmite con los genes, este se aprende.

La autovaloración depende de las experiencias adquiridas con las personas que nos rodean, de los mensajes que vamos recibiendo en la comunicación respecto a nuestro valor como persona, primero en el seno de la familia, luego en la escuela, en los medios de comunicación y la sociedad en general.

A propósito de este tema, recuerdo que Alice Walker en su libro Buscando los jardines de nuestras madres nos propone hacer un viaje a los jardines de nuestras abuelas y bisabuelas. A ese territorio de la memoria colectiva donde, a veces, no somos capaces de adentrarnos. Walker las evoca como ejemplos de espiritualidad intensa. Ellas eran inconscientes de toda la riqueza que contenían, porque esas fuentes de creatividad eran incapaces de brotar en medio de la vida a la que a veces enfrentaban de matrimonios motivados más por la necesidad económica que por el amor, a parir hijos sin poder sentirse madres, eran sus únicas alternativsa para resistir a la prostitución. Aun así construyeron sus historias y relatos de resistencia. ((Walker, 2005).

Sus dramáticas historias, no reconocidas ni admiradas, y las valoraciones negativas van acumulando un estrés que provoca el racismo que literalmente afecta el cerebro. Ya hoy afortunadamente contamos con investigaciones al respecto. Dichos estudios describen cómo esta problemática produce cambios fisiológicos en el cerebro los cuales traen consigo que las personas mantengan una imagen negativa de sí misma, ya que los comentarios peyorativos generan angustias y por ende cambios químicos, que por suerte pueden ser reentrenados logrando la emancipación emocional.

La afrofeminista bell hook en su artículo “Alisando nuestro pelo” establece una relación directa y de dependencia entre el pelo y la autoestima de la mujer negra. (Hook, 2008). Cuenta, como una marca inolvidable, los olores de la mezcla de grasa con el peine caliente para llevar el pelo encrespado de las personas negras al laceado de las personas blancas, para así lograr experimentar la felicidad de lo nombrado como belleza en esa etapa. Tener el pelo lacio era haber nacido con buen pelo, pelo bueno ya suficiente para quitarte un comentario agresivo y subvalorado como cuando andas jugando y el pelo se desordena, y la orden de “recógete esas pasas” que a veces venia de la misma familia o el mote de “coqui pela” cuando este era corto por dificultad de crecimiento y no se movían con el viento. Lo que podía ser motivo de burla en la escuela, y con esto el desarrollo de un racismo interiorizado, el odio a sí misma por ese tipo de pelo que nos tocó.

El hecho de sentirse rechazada y desagradable con esa parte del cuerpo sin dudas no facilita un buen desarrollo de la personalidad al verse afectada la autoestima, la salud física y mental. No ha sido fácil desmontar, dentro del imaginario social, la opresión estética que la cultura de las personas blancas, desde tempranas edades, ejercen sobre las negras.

Aun hoy, a pesar del trabajo realizado por activistas negras por modificar la mentalidad colonizada que se resume en esa obsesión por tener el pelo lacio, y por mostrar una nueva estética y nuevas imágenes políticas que hagan surgir el amor por el pelo natural (“el afro” como se le llama), mostrando así la resistencia cultural frente a la opresión racista, encontramos ejemplos en estudios referidos por Bell Hooks (bell hooks) donde estudiantes negras en Spelman College defienden la importancia del pelo lacio para encontrar más aceptación en la búsqueda de un empleo.(Hooks, 2008)

No solo el pelo, como parte del cuerpo, ha sido un arquetipo de inferioridad para las persona negras, también la forma en que históricamente se ha representado su realidad ha impedido que ellos desarrollen el orgullo identitario de ser negro, a pesar de sus valiosas contribuciones en las guerras de independencia y a la historia de país desde muchos ángulos.

La interiorización de lo blanco como norma, y paradigma de lo humano sigue teniendo mucha fuerza. Se siguen desarrollando prejuicios y estereotipos con relación al color de la piel. Continuamos teniendo poca representación o estamos ausentes de los medios y cuando se nos representa algunas imágenes siguen siendo de exclusión. Como plantea Manuel Moreno Fraginals, cuando señala que la esclavitud distorsionó la vida sexual del esclavo, la inmoralidad de la negra y la lujuria de la mulata, mitos que aún se utilizan como recurso a la hora de crear nuestra imagen ( Moreno, 1986 ).

En la conciencia popular ser negra es sinónimo de suciedad, de fealdad, de amoralidad, de entes no pensantes. La población negra, en su mayoría, procede de la pobreza, de zonas de dificultades, de los barrios marginales y esto ha incidido en la construcción de ciertos estereotipos que nos muestran diferentes, semi-analfabetos, de bajo salario, disponibles para cualquier trabajo relacionado con la sumisión, obediencia, se nos considera como objeto sexual, potencia de prostituta, buena en la cama. El hecho de que al aun no dejamos de ser un grupo vulnerable se dificulta más modificar el imaginario.

Las mujeres negras agredidas incluso hasta cuando se intenta un elogio, “ella es negra, pero de alma blanca”, o como el símil que emplea la escritora Zuleica Romay, cuando señala: “ella es una Altea”, es decir una confitura que es de masa blanca por dentro y forrada de chocolate solo por ser una negra inteligente. Este libro de Romay: El elogio de la altea o las paradojas de la racialidad hace visible las ausencias de una conciencia racial y muestra “la necesidad de que las representaciones sociales de lo cubano requieren constituirse en torno a un hibrido equilibrador de colores y cultura” ( (Romay, 2012).

Estas valoraciones ya casi naturalizadas han limitado la posibilidad de asumir nuestra identidad, de tomar conciencia de lo que somos; mujeres con el poder de lo sagrado, de la trascendencia, símbolo de continuidad y permanencia, de paz y sabiduría, de creatividad capaz de desbordar los limites materiales y esclavizante. Siempre presionadas a crear alternativas de supervivencias hasta el día de hoy.

Ser mujer negra conlleva un gran costo y si además es lesbiana se hace más evidente la diferencia de lucha contra la opresión patriarcal con relación a la blanca, pues se le suma además que deben luchar contra el dominio colonial a nivel mental, por la historia marcada de la esclavitud y por ende con el racismo. Entonces como refiere en su poema Lorde…“Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos distintas”.

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TESTIMONIO GRÁFICO DE LA PARTICIPACIÓN DE LA DELEGACION CUBANA EN LA PRIMERA CUMBRE DE LIDERESAS AFRODESCENDIENTES DE LAS AMERICAS (Managua, Nicaragua 26 al 29 de junio).

Rosaida Ochoa, Gisela Arandia y Norma Guillard

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INFORME DE LA PARTICIPACIÓN DE LA DELEGACION CUBANA EN LA PRIMERA CUMBRE DE LIDERESAS AFRODESCENDIENTES DE LAS AMÉRICAS.

Por Norma Guillard

Del 26 al 29 de junio se realizó la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes en Managua, Nicaragua con la participación de 270 mujeres afrodescendientes de 22 países de las Américas y el Caribe, organizada por la Red de Mujeres Afrodescendientes, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) presidida por la Sra. Dorotea Wilson Thatum, Coordinadora General de la Red.

Así mismo participaron como organismos internacionales ONU, Mujeres Representante del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) en Nicaragua y diputadas a la Asamblea Nacional de Nicaragua por el estado de Nicaragua. En la sesión inaugural fue invitado el cuerpo diplomático acreditado en Nicaragua, y contó con la presencia de la Segunda Secretaria de la Embajada Cubana en Nicaragua, compañera Takanor Bonilla, con quien pudimos compartir unos minutos. La delegación cubana estuvo integrada por tres representantes: las licenciadas Gisela Arandia Covarrubias (UNEAC, enlace Cuba), Norma Guillard Limonta (Sociedad Cubana de Psicología) y la Dra. Rosaida Ochoa Soto (MINSAP), las cuales formamos el grupo coordinador de la Red de Afrodescendientes de Mujeres, Capítulo Cubano.

El evento tenía como lema “Afrodescendientes: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo” y como objetivos debatir la Plataforma Política elaborada para apoyar las actividades ante el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024) y analizar la propuesta de monitoreo de dicha plataforma y cómo evaluar la misma.

La plataforma general consta de 17 propuestas entre los que se destacan los temas de salud, educación, comunicación, combatir el racismo, la pobreza, derechos humanos, lucha contra la violencia, visibilización en los censos y estadísticas, protección a la niñez, adolescencia y juventud, medio ambiente, acceso a los recursos naturales, seguridad y soberanía alimentaria, reconocimiento al patrimonio, seguridad ciudadana, protección a los migrantes, acceso a la justicia.

El programa estuvo balanceado, paneles con informaciones sobre los instrumentos jurídicos internacionales y la situación de las mujeres afrodescendientes, trabajo en grupos sobre la lucha contra el racismo, proyección de videos con experiencias de trabajo en varios países, actividades con expresiones culturales y ancestrales.

Cuba integró la subregión Caribe y realizó una presentación de sus experiencias junto la República Dominicana, Puerto Rico, Haití.

Ya previamente Cuba había presentado un balance de sus logros especialmente en los avances de la mujer cubana y su participación en la política y la sociedad cubana donde más del 66% de profesionales cubanas son mujeres. Se hizo énfasis en la aplicación de legislaciones nacionales para penalizar el racismo y la discriminación racial. La necesidad de crear observatorios que permitan hacer levantamiento de lugares donde se den estas manifestaciones, que se implementen campañas de sensibilización para promover a conciencia de las personas afrodescendientes sobre sus propios derechos, promover en las comunidades acciones afirmativas relacionadas con estudios y superación técnica, facilitándole a los jóvenes afrodescendientes programas de estudios. Trabajar en las modificaciones de normas y prácticas para buscar información de sus realidades sobre todo en prisión. Visibilizar la identificación de problema con investigaciones estadísticas.

Cuba hace énfasis particular en las experiencias de la Educación gratuita para toda la población, índices mínimos en la mortalidad infantil, maternidad segura, derecho a salud reproductiva y sexualidad, temas donde Cuba cuenta con logros significativos.

En términos generales la coordinación y el consenso general de la Cumbre reconoce que nuestro país se encuentra entre los ofrecen mayores avances sociales.

En la reunión también expusimos el trabajo de la prevención el VIH con enfoque de Salud Sexual y Reproductiva, sobre las acciones que se realizan en Cuba a través de proyectos para abordar los temas de género y VIH y No a la violencia de género.

La intervención propició el interés de las participantes, sobre todo en las metodologías utilizadas para el trabajo comunitario. Las sesiones de trabajo transcurrieron con ambiente de compañerismo y afecto y siempre con admiración por los resultados alcanzados en Cuba, país al que admiran y lo ven como el futuro de la región. Las compañeras de México y Honduras mostraron interés en recibir asesoría en el tema.

Otra etapa de trabajo estuvo centrada en la forma de monitorear el cumplimiento de las propuestas que cada país decida abordar y la forma de evaluación que tendrían las mismas.

El documento aprobado, construido con un sentido dialéctico e inclusivo tiene en cuenta las características específicas de cada país, con propuestas que tienen en cuenta las agendas locales.

En ese sentido la propuesta para analizar como agenda cubana incluirán las demandas 1 y 15, la primera referida a poner énfasis en que combatir el racismo es responsabilidad de todas y todos adoptando medidas de acción afirmativas y de reparación necesaria para abolir el flagelo de la humanidad, garantizando el pleno disfrute de los derechos humanos de las mujeres y los hombres afrodescendientes. Revertir y cambiar situaciones discriminatorias. Que se diseñen y apliquen legislaciones nacionales para penalizar el racismo y la discriminación racial, que se garanticen políticas públicas y programas de combate al racismo y la discriminación, que promuevan la equidad de género y generacional, respecto a la nacionalidad, discapacidad y orientación sexual que se ratifiquen las convenciones internacionales relacionadas con la lucha contra el racismo, la discriminación racial y la intolerancia.

La quince relacionada con los medios de comunicación donde deben proyectarse imágenes positivas de las mujeres afrodescendientes, organizando campañas educativas y mediáticas para concientizar al público respecto a la historia y cultura de a población afrodescendiente, la importancia de construir una sociedad integradora y se respete la identidad de todas esas personas, poner fin a la utilización de términos racialmente discriminatorios o tendenciosos contra la población afrodescendiente, especialmente a las mujeres, eliminando el uso de imágenes estereotipadas de las y los afrodescendientes en los medios de comunicación e internet, crear propuestas comunitarias que contribuyan a fortalecer el orgullo identitario, desarrollar campañas de capacitación y sensibilización, tanto al alcance general como específicamente para funciones estatales

Un acuerdo importante fue que cada país analizará la plataforma y propusiera los temas en los que puede desarrollar su plan de acción, seleccionando sus prioridades según la situación existente y enviarlos antes el 25 de julio del presente año.

La coordinadora agradeció el apoyo que brindó Cuba con la participación de la delegación y anunció su visita a la isla en los meses venideros del presente año.

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Celebran Red de Mujeres Afrodescendientes Cubanas encuentro de ARAAC en La Habana

Por Alberto Abreu Arcia

El pasado miércoles 12 de julio, en el Círculo Social Obrero “Gerardo Abreu Fontán” situado en calle Tercera esquina a 112, Playa, Ciudad de La Habana, se celebró un encuentro donde participaron los integrantes de los diferentes proyectos que conforman a ARAAC (Articulación Afrodescendientes para las Américas y el Caribe, Capítulo Cubano) junto a sus familiares y otros invitados. Según la invitación, que días antes circuló entre los participantes y firmada por Red de Mujeres Afrodescendientes Cubana, el evento tenía el propósito de informar sobre el Decenio Afrodescendiente, saludar el cumpleaños de nuestro líder histórico Fidel Castro y recordar la figura de Gerardo Abreu Fontán, un joven negro que ofreció su vida a la causa revolucionaria. Pero, en honor a la verdad, el encuentro, que reunió a más de ochenta personas, superó tales expectativas al conformar un programa variado y ambicioso el cual además de las conferencias, el panel de discusión, los debates y reflexiones de los participantes, incluyó una actividad cultural a cargo del grupo vocal dirigido por Daysi Brau, un almuerzo y el resto de la tarde en la playa.

La primera sesión de trabajo estuvo a cargo Ricardo Alarcón quien realizó una semblanza biográfica del líder afrocubano Gerardo Abreu Fontán, quien fuera su amigo personal y con quien compartiera muchos avatares de la lucha revolucionaria. Alarcón, además, instó a que ARAAC, el movimiento de afrodescendiente cubano, así como los luchadores contra la discriminación racial en Cuba, colocaran como referente en sus luchas la memoria del Abreu Fontan.

La semblanza de Alarcón sobre Abreu Fontan fue enriquecida con las preguntas, comentarios de su hermana, compañeros de la clandestinidad y periodistas estudiosos de la vida del destacado luchador quienes intercambiaron anécdotas sobre sus cualidades como dirigente del movimiento 26 de Julio, su desenvolvimiento en un entorno familiar humilde y culto que le permitió desarrollar una sensibilidad cultural de la cual da cuenta sus actividades como declamador en la radio y cabaret de aquellos años. Gilesa Arandia, a nombre de ARAAC, propuso enarbolar la figura de Abreu Fontan como paradigma de luchador revolucionario afrocubano durante las actividades por el Decenio de los Afrodescendientes.

Posteriormente sesionó en panel integrado por Gisela Arandia (moderadora), Ricardo Alarcón, Norma Guilard, Consuelo Elba Álvarez y Alberto Abreu al que posteriormente se sumó la psicóloga norteamericana Cheryl Grill. Norma Guillard abrió esta mesa como una minuciosa exposición sobre la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes realizada en Nicaragua, donde se exhorta a convertir el Decenio Afrodescendiente en una oportunidad para contribuir a la equidad social, bajo el lema “Reconocimiento, Justicia y Desarrollo”. En este sentido resulta significativa la exhortación que hizo este conclave internaciones a lo/as lideres, liderazas y activistas cubanas contra la discriminación racial a hacer más enfática su lucha en el escenario cubano. El resto de los panelista informaron de agendas propuestas en diferentes foros relacionadas también con el Decenio Afrodescendiente.

Por su parte, Cheryl Grill hizo una detallada exposición sobre cómo se vienen desarrollando, en el escenario norteamericano, las luchas de los afronorteamericano a raíz de sus últimos acontecimientos. Seguido de una sesión de debate que, por primera vez, me permitió constatar la agudeza y claridad que los miembros de ARAAC van alcanzado a la hora de señalar sus problemáticas más candentes y esbozar de manera puntual tanto sus propuestas como sus demandas.