Cuba 1912: La matanza de negros, la reseña de Pedro Cubas y mis consideraciones al respecto.

Por Tomás Fernández Robaina.

Recientemente mi colega Maikel Colon me habló de: Cuba 1912: La matanza de negros, título debido a Juan Benemelis e Ileana Faguaga, ambos amigos míos desde hace muchos años. Recibí la noticia con alegría y admiración porque siempre me regocija conocer las nuevas obras que circulan sobre aspectos no abordados con frecuencia en nuestra historiografía, y poco enseñado en nuestras aulas, como el Partido Independiente de Color(PIC). La obra de Serafín Portuondo Linares Los Independientes de Color(1950), que mostraba las causas justas que motivaron la fundación de dicha organización, y obras posteriores que el investigador Pedro Cubas Hernández relaciona en su interesante artículo “Revisitando 1912 con un espíritu más crítico: una reseña/ glosa escrita a ciegas”, publicado en Cuba Posible , el cual me ha estimulado para reflexionar sobre la trascendencia social y política del PIC, ya que aun no he podido leer la contribución de Juan Benemlis e Ileana Faguaga, por lo que mis comentarios se originan al leer algunos de los criterios volcados por Pedro Cubas.

En uno de ellos señala que: “Entre 1880 y 1886, España dio el visto bueno para abolir la esclavitud, lo cual ya habían resuelto los mambises, en el lapso 1868-1870, y por eso a partir de 1878 los negros sobrevivientes preservaron su libertad debido a su participación en la Guerra Grande”.

Debe tenerse presente, que uno de los problemas más agudos durante la guerra de los diez años fue el tema de la esclavitud. La promulgación de la ley de vientres libres y el llamado a los esclavizados a obtener la libertad si engrosaban las filas militares españolas, por parte del gobierno colonial, fueron medidas que ocasionaron que en la guerra de los diez años combatieran tropas de hombres negros a favor o en contra de España, como bien puede apreciarse por las medidas tomadas por los mambises al inicio de la contienda.

Al concluir la Guerra de los Diez Años, y en virtud del Pacto de Zanjón y de la Protesta de Baraguá, los esclavizados que habían peleado en ambos bandos obtuvieron su libertad inmediata. Los que, por muy diversas razones, se mantuvieron en las plantaciones o en el servicio doméstico tuvieron que acatar las medidas del Patronato, institución creada para “abolir la esclavitud”, de manera definitiva, mediante el pago por parte de los esclavizados, a sus ex amos, del dinero pagados por ellos.

A mediados de la década de los ochenta del siglo XIX, la avanzada de los hombres ilustrados, pertenecientes ya a la pequeña pero creciente clase social de los negros, propusieron la creación de un partido político integrado solo por negros, para comenzar a luchar de tal modo por sus derechos, ya que, a pesar de poseer conocimiento, educación, y aptitudes para desempeñarse como empleados en la administración colonial y en otras labores, eran marginados de tales funciones por negros.

La propuesta no se materializó, al negarse Juan Gualberto Gómez a asumir la presidencia de dicha organización, por estimar que ese empeño acarraría más daños que beneficio. Este hecho no ha sido muy estudiado, una de las primeras que lo abordo fue Oilda Oliver, en su tesis para graduarse en la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana.

El mitín celebrado en el teatro Albizu el 29 de junio de 1902, a unas semanas de inaugurada la república el 20 de mayo, es una muestra contundente que muy poco se había hecho en beneficio de los negros. Participaron veteranos y figuras intelectuales como el General Generoso Campos Marquetti, entre otros, y el muy conocido ya por su labor independentista y defensor de los derechos del negro, Juan Gualberto Gómez. La demanda general fue la merecida atención y asistencia que el gobierno debía proporcionar a la población negra, derecho que le asistía por haber participado notablemente para construir la República que ahora muy mal disfrutaban. Obviamente casi nada se logró con dicha acción, como bien se evidencia al fundarse el PIC, debido a la mismas causa que originó la iniciativa de crearse un partido negro en la década de los ochenta del siglo xix: la discriminación racial, pero en 1908, luchaban además, por el disfrute de los derechos otorgados por la Constitución a todos los ciudadanos cubano, que a ellos, como negros se les negaban

El Partido Independiente de Color no fue un tema abordado con profundidad por nuestros historiadores y mucho menos incluido en los currículos docentes durante nuestra República. En ese sentido Pedro Cubas señala que: “La verdad es que en las últimas seis décadas (segunda mitad del siglo xx y lo que va del XXI) existe una cantidad insignificante de trabajos monográficos sobre el Partido Independiente de Color. El texto pionero de Serafín Portuondo Linares (Los independientes de color. Historia del Partido Independientes de Color, de 1950) por el momento solo como “continuadores” a Sergio Aguirre El cincuentenario de un gran crimen, folleto presentado en 1962) Rafael Fermoselles (Política y color en Cuba. La guerra de 1912, publicado fuera de Cuba en 1974); Silvio Castro Fernández (La masacre de los Independientes de Color en 1912, propagado en el 2002, después de varios años de censura); María de los Ángeles Meriño Fuentes (Una vuelta necesaria a mayo de 1912, editado en el 2008); Ricardo Rey Riquenes Herrera (Guantánamo en el vórtice de los independientes de color, impreso en 2007); Rolando Rodríguez García (La conspiración de los iguales. La protesta de los independientes de color en 1912) y Alejandro Fernández (Viviendo después de la guerrita del doce, en busca de las secuelas de la masacre, en el 2011).

La relación que hace evidencia parte de su criterio al señalar la existencia de: ”una cantidad insignificante de trabajos monográficos sobre el Partido Independiente de Color” , pero no nos dice cuales son esos textos insignificantes, y de los que menciona como seguidores “objetivos” de la obra de Portuondo, no nos dice en que sentido son “objetivamente” seguidores del empeño de Serafín Portuondo Linares, no solo en dar a conocer la historia, sino en demostrar que el Partido Independiente de Color, no fue un partido racista.

¿En esa línea está el libro de Fermoselles, el de Rolando Rodríguez, el de María de los Ángeles Meriño? Los dos primeros condenan al Partido Independiente de Color, por lo tanto, no son continuadores de la misma posición de Portuondo Linares, pero son contribuciones, que a pesar de que no estemos de acuerdo con sus conclusiones, ellas facilitan el debate tan necesario en todos los hechos históricos, para su esclarecimiento. El aporte de María de los Ángeles Meriño radica en la hipótesis de la negación de que fueran miles los independientes asesinados, de acuerdo a la investigación que realizó tabulando los partes militares y las noticias de muertos aparecidos en la prensa. Dicho criterio no ha sido consensuado por todos los que nos hemos ocupado del PIC y en particular de la matanza, por testimonios recogidos en las zonas orientales donde se realizó la masacre, que narran como los puercos y perros cimarrones, se alimentaban de los restos de los muertos.

Los textos de Riquenes y de Alejandro Fernández, contextualizan los hechos y las consecuencias sociales y psicológicas que predominó entre la población negra de entonces. El mérito del libro de Silvio Castro ha sido que puso en contacto a estudiantes y generaciones que nada sabían de la masacre de los independientes, porque los anteriores al suyo, no habían sido reditados. Lo expresado lo corroboré de primera mano, cuando fui oponente de una tesis, y al preguntar porque solo había citado el libro de Silvio Castro me respondió el diplomaste: nunca me hablaron en el preuniversitario de ese hecho, y tampoco cuando ingresé en la universidad.

Acerca del título de Benemelis e Ileana Faguaga, con el cual Cubas concluye la relación de los seguidores nada puedo opinar, sino considerar que es una contribución que enriquece la bibliografía cada vez más creciente sobre el PIC.

Al leer el texto de Pedro Cubas, me percaté que no había incluido los Apuntes cronológicos sobre el Partido Independiente de Color, confeccionado por un equipo de especialistas del Archivo Nacional de Cuba, presidido por Barbara Danzie León, Raúl Ramos Cárdenas, Doreya Gómez Veliz e Iván Vázquez Maya, como tampoco involuntariamente, lo hice yo, al referirme a las más recientes contribuciones publicadas por el centenario de la masacre. Obra realmente de suma importancia porque además de historiar al PIC, evidencia que no eran racistas ni anexionistas.

Por un descuido y error mío injustificable, al socializar mi opinión sobre los comentarios de Cuba, distribuí una versión donde repetía mi anterior omisión, razón por la cual redistribuyo la presente ya enmendada.

Pedro Cubas, en su muy estimulante articulo para el debate, también pasa revista a los libros de historias de Cuba, firmados por Julio Le Riverend, Joel James Figarola, Pedro Serviat, Tomás Fernández, y subraya que en ellos el tema de los independientes ocupa un pequeño espacio.

No deja fuera de su panorámica visión Nation for all…, (2001), de Alejandro de la Fuente, pero aborda una posición diferente al comentar Our rightfull share: the afrocuban srtruggle for equality, 1886-1912, de Aline Helga (1995)

Para mí el libro de Aline Helg es una de las contribuciones más importantes a nuestra historiografía, comparto su criterio, en cuanto a que el racismo predominante entonces en Cuba, fue la interseccionalidad relevante, fundamental, la que precipitó la masacre, sin dejar de considerar todas las demás que afloran en su estudio.

Sobre estos dos últimos titulos destaca que fueron publicadas en los Estados Unidos, y que tuvieron “cierta influencia en la academia cubana, a pesar del periodo especial (en tiempo de paz) no estaba tan animada a discutir la cuestión racial en nuestro país porque continuaba alimentando el tabú del silenciamiento”.

Obviamente que ambos titulos nos influyeron positivamente, aunque no todos estemos de acuerdo con algunos de los planteos expresados en ambas obras. Una vez más se apreció entonces, como ahora, que en algunos sectores del extranjero hay más interés en el estudio de áreas de nuestra historia que no son atendidas del mejor modo ni priorizadas por nuestra instituciones ni por la mayoría de nuestros investigadores.

No deseo concluir mi breve comentario, sin detenerme en mi libro El negro en Cuba 1902-1958. Pedro Cubas debe recordar que dicho título fue prácticamente el texto empleado en el ahora histórico curso de postgrado “El negro en la historia de Cuba”, impartido en la Biblioteca Nacional de Cuba desde mayo hasta agosto del 2002.

Dicho libro inicialmente abordaba una lectura critica del Partido Independiente Color, que de ese modo se envió a varios concursos, pero nunca recibió ni mención. También fue presentado para su publicación, pero nunca fue aceptado ya que, dicho asunto no era de interés de las editoriales. Siguiendo el consejo de Alberto Pedro, antropólogo cubano, se le incluyeron estudios sobre las décadas posteriores al 12 hasta 1958, abordando la lucha de los negros cubanos en esos periodos. El libro ya estaba terminado en 1979, y no se publicó hasta 1990, gracias a la editora Norma Suarez, de la Editorial Ciencias Sociales, quien le pidió dos avales, que les fueron entregados firmados por el lamentable recién fallecido Jorge Ibarra, y Olga Portuondo, historiadora de Santiago de Cuba. La última reimpresión ocurrió en 1997. La mitad del libro de Fernández Robaina está dedicado al estudio del PIC. Cuando circuló el libro de Rolando Rodríguez, se dio a conocer en la Jiribilla, uno de los capítulos de El negro en Cuba, que fue considerado por algunos la mejor respuesta a la hipótesis de Rolando Rodríguez de que los independientes eran racistas y anexionistas. No pocos se asombraron cuando se les dijo que era un capítulo del libro publicado en 1990.

Concluyo dándole las gracias a Pedro Cubas por haberme motivado a reflexionar una vez más sobre el tema racial de nuestro país, y de modo más especial a Benemelis y a mi estimada Ileana Faguaga, seguro que cuando pueda leerlos, los comentaré, siempre con el deseo de que todos salgamos enriquecidos, por la lectura y por los comentarios que les haga, siempre con el objetivo de que todos mejoremos nuestro aparato crítico, tanto como escritores o simples lectores.

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