Cuba: una encrucijada entre las viejas y las nuevas epistemologías raciales (Final).

Por: Alberto Abreu Arcia

Para Lalita, que gustaba tanto de estas discusiones.

Alteridad textual: los universos massmediaticos y las nuevas tecnologías.

Los blogs, sitios web, boletines digitales, etc. constituyen uno de los soportes enunciativos desde el cual se comienza a pensar los distintos tópicos de la racialidad negra en Cuba. Lo anterior pudiera parecer contradictorio, si tenemos en cuenta las limitaciones de la población cubana para acceder a internet y a las nuevas tecnologías. Los mismos han provocado un descentramiento y desterritorialización de este campo discursivo, se resisten a cualquier intento estatal o grupal por secuestrar o administrar el abordaje de esta problemática.[1] Al tiempo que constituyen un emplazamiento a los modelos de enunciación tradicionalmente instituidos dentro de la ciudad letrada cubana desde su desmedido culto desmedido a la letra impresa. Aspecto que quedó demostrado en el tipo de lectura que muchos circuitos oficiales en Cuba hicieron sobre el texto de Roberto Zurbano aparecido en el The New York Times. Los cuales ponían en evidencia sus limitaciones para comprender una estrategia enunciativa de un texto que se inscribe en estas luchas culturales por la diferencia y contra la exclusión racial, donde el hablante hace uso y actualiza todos los espacios tecnológicos propios de un sujeto que se desenvuelve en un mundo post/transnacional. En un milenio donde la imagen, lo virtual y sus tecnologías han desplazado al protagonismo de la letra impresa y de lo consagradamente literario.

Dignos de atención en este sentido son los blogs: negracubanateniaqueser, de Sandra Álvarez, afrocubanas de Inés María Martiatu y afromodernidades, de Alberto Abreu, alojados en wordpress y realizados de Cuba, también el sitio afrocubaweb y el boletín digital La Ceiba gestionado por Tato Quiñones. En las bitácoras: negracubanateniaqueser y afromodernidades, la identidad racial negra se piensa desde el cruce con otras identidades de género y sexo: lo que

es ser negro y gay o negra y lesbiana. Ambos insisten en el carácter movible de las identidades subalternas y su capacidad para establecer alianzas con sus iguales en la lucha (gay, lesbianas, feministas, etc.).

Un empeño a destacar en este sentido ha sido el trabajo realizado por la documentalista Gloria Rolando, sobre la masacre en 1912 del Partido Independiente de Color y algunos artefactos artísticos del proyecto OMNI ZONA FRANCA.

Las prácticas simbólicas provenientes de los imaginarios de lo popular: un deslizamiento en las imágenes y metáforas de lo nacional.

Las investigaciones de Inés María Martiatu sobre el teatro producido por dramaturgos afrocubanos junto a los estudios de Lázara Menéndez sobre el discurso visual de Belkis Ayón y los cambios del espacio santero cubano de los últimos años, así como el trabajo realizado por Roberto Zurbano sobre la cultura hip hop resultan imprescindible a la hora de examinar los deslizamientos e inflexiones que introducen las practicas simbólicas de los artistas afrocubanos en el orden simbólico de la cultura ilustrada. En de la caso de Martiatu resulta emblemática su inspiradora labor, desarrollada durante varias décadas y en solitario, cuando muchos colegas le echaban en cara el derrochar su tiempo y talento dedicándose a cosas de negros. Sus acercamientos transversales y transdisplinarios a estas obras, se desplazan del plano de la dramaturgia a la historia del negro, a la teoría feminista, la antropología, la etnografía, los estudios culturales y subalternos, la historia del movimiento negro, etc.

Sin embargo, resulta lamentable el desamparo crítico que, en la actualidad, sufren varias prácticas simbólicas como el rap y el Spoking Word, ante la ausencia de críticos prestigiosos que los acompañen, ayuden a explicitar y colocar sus poéticas, interrogantes y propuestas estéticas. Anclados en la inmediatez y en un grupo de problemáticas sociales, hemos perdido de vista que fueron precisamente prácticas como el rap, quienes a principios de los 90, después de varias décadas de silencios y tabúes en torno a los tópicos de la racialidad y el racismos, comenzaron a llamar la atención sobre la urgencia de colocar este debate en la escena intelectual cubana.

La noción de ciudadanía cultura, en contraposición con las categorías tradicionales de ciudadanía, resulta medular para explorar los modos en que estas prácticas, imaginarios y sujetos vehiculan sus estrategias, reclamos de visibilidad y representación en el espacio público. En sus textos, la ciudad o lo urbano se concibe un espacio de controversias sociales que codifica luchas por el poder, sistemas de discriminación y diferenciación social, espacios de exclusión, dispositivos de coerción, que estas prácticas simbólicas y sujetos sociales

intentan socavar proclamando sus modos: disidentes y contraculturales de expresar su identidad racial. Recurriendo, muchas veces, reinvención de mitos y rituales mediante a una identidad racial que se deshace y rehace en el juego entre lo local y lo transnacional, en la reconquista de la oralidad y zonas silenciadas de la memoria colectiva.

Por ejemplo, la pieza titulada Poemanación, de Luis Eligio Pérez, su autor anota estas indicaciones técnicas:

Poemanación, tinta e impresión digital: poema cívico sobre bandera nacional, 58cmX88cm. 2003. El Negro Cubano, fragmento del Poema-Canal-Noticias La Calle. Este poema se apropia del lenguaje vulgar, y crea neologismos que le dan intensidad. Montado sobre instalación de banderas que recirculan para hablar de la nacionalidad también como dolor y exclusión.

Lo significativo en este artefacto artístico está en la manera en que el discurso escindido de la lengua nacional (lo tenido en el orden del lenguaje como desecho, el no-lugar dentro del cuerpo de la nación: esa palabra-otra, callejera, oral, del otro étnico, que prolifera en los márgenes) se inscribe en la bandera cubana (emblema de la cubanidad y sus discursos nacionalistas). A través de esta yuxtaposición el lenguaje, tenido por la tradición letrada como base sobre la cual se articula y descansa espíritu de lo nacional, se constituye en un elemento perturbador, que convoca a la reescritura y a un ejercicio deconstrutivo de la postura hegemónica desde la cual nuestra historiografía tradicional ha ido construyendo el sentido limitado y limitante de categorías como pueblo, nación, cultura popular, etc.

A lo largo de este ensayo he empleado los términos: afrocubano, afrodescendiente, y el otro de la racialidad los cuales son perfectamente intercambiables. A pesar de que el primero de ellos: afrocubano ha tropezado con cierta resistencia dentro de la comunidad intelectual cubana de principios de milenio.A mi juicio no se trata de un simple vocablo, sino del espacio teórico que la tradición del pensamiento antirracista y descolonizador cubano construyó a lo largo del siglo XX. El lugar de enunciación desde el cual se han articulado y re-pensando los vínculos de racialidad negra con la identidad nacional, la cultura y el poder político

El rechazo al término afrocubano trasciende la mera cuestión terminológica, y presupone un debate no sólo político, sino también epistemológico sobre la manera en que la herencia colonial y sus modos de pensar al otro de la racialidad continúan reproduciéndose en los paradigmas discursivos de nuestras ciencias sociales y humanísticas.[2] Casi siempre asociados a una política de interpretación anclada percepciones teleológicas de la historia, en una contradictoria expresión de homogeneidad, donde las categorías de sincretismo, mulatez, mestizaje, responden a esta voluntad de leer los procesos culturales de la nación cubana en términos de sucesión, homogeneidad y armonía racial. En el caso de este artículo el término afrocubano es perfectamente coherente con el posicionamiento intelectualdesde el cual encaro esta investigación, y con su voluntad de explorar los tipos de lecturas que el pensamiento afrocubano, en el presente, está realizando sobre diferencias y exclusiones históricamente silenciadas.

Alberto Abreu Arcia

Cárdenas, marzo del 2014.