Denuncian gays acosos y/o redadas policiales contra ellos en Varadero y Matanzas.

Por Alberto Abreu Arcia

“No puedo entrar a Varadero sin que la policía me pida el carnet de identidad, me tire por la planta, y aunque la comprobación de negativa, me montan en la patrulla y me detengan durante horas”. Me dice Alberto González Alfonso quien trabaja como auxiliar de enfermería en el policlínico José Antonio Echevarría, de Cárdenas. Él y otros gays que residen en Cárdenas, Varadero y Matanzas recientemente han presentado una queja en el CENESEX por los continuos atropellos y arbitrariedades que continuamente sufren por parte de la policía debido a su condición homosexual. Asegura que no es el único: “muchos amigos gays han vivido experiencias similares”. Por eso, después de agotar todas las gestiones con Atención a la Ciudadanía y la P.N.R. de Varadero, Santa Martha y Matanzas han decidido denunciar el caso ante el CENESEX. “Queríamos ir un grupo al CENESEX, pero después nos pareció que no se vería bien, y decidimos pedir una cita por teléfono y que dos de nosotros (Enrique Serrano y yo) hablaran a nombre de todos”. Alberto tiene miedo que todo esto lo afecte como trabajador. Tampoco puede entrar a Varadero como antes a visitar a sus amigos, ver a su peluquero, sin correr el riesgo de que la policía se lo lleve preso por peligrosidad.

Afirma que la primera vez que lo detuvieron, estaba conversando con dos amigos (Ray y Esteban) precisamente frente a la estación de la P.N.R. de Varadero. El primero de ellos, vive cerca y tiene una peluquería particular y Esteban trabaja como cantante en Matanzas. Les pidieron carnet de identidad, Ray no lo llevaba encima. Según Alberto los detuvieron desde las once de la noche hasta la cinco de la madrugada. Al soltarlo le pidieron que firmaran una Carta de Advertencia donde se los acusaban de “proclive asedio al turismo”, ellos se negaron.

En otra ocasión, a eso de las 11 de la noche un patrullero le pidió el carnet de identidad, aunque al verificarlo por la planta da negativo. Lo llevó detenido por “estar en Varadero de manera ilegal”, es decir: por estar visita o paseando sin ser habitante o trabajador de ese balneario. Lo encierran en una celda oscura, donde el único asiento que encontró fue una cama con un bastidor de alambre. Posteriormente lo trasladaron de la estación de la P.N.R. de Santa Marta. Antes de soltarlo, la Carpetera le hizo una serie de advertencias: no puedes relacionarte con turistas, ni con elementos antisociales, ni vender nada dentro de Varadero. Al indagar las razones por la que fue detenido y de aquella Acta de Advertencia, le respondió que sólo era un trabajo de profilaxis y que eso se hacía con todo el que entraba al calabozo.

En otra ocasión Alberto se encontraba conversando en el parque de las 80000 Taquillas con dos amigos gays (Armando, quien es pequeño agricultor y Alex profesor de una de las escuelas primarias del municipio), cuando un policía les pide el carnet de identidad, los verifica por planta, y da negativo, aun así los detiene. Los encierra a los tres en el mismo calabozo, a la media hora los saca uno a uno, y le piden que firmen un Acta donde se acusa a Alex de llamar a un turista, a él por proclive asedio al turista, y Armando por relacionarse con el turismo. Los trasladaron a la PNR de Santa Martha y a eso de las tres y media de la madruga los comienzan a soltar.

A los pocos días, Alberto se entrevista con el Mayor encargado de Atención a la Ciudadanía en Santa Marta, quien le dice que es lamentable que esos ellos ocurran, le promete que se va a reunir con los patrulleros, y que eso no va a pasar más. Pero horas después, el hecho se repite. El mismo policía (cuya placa es 02477, en el carro de patrulla 237) lo detuvo. Y lo monta en el carro patrullero en compañía de dos travesti. Posteriormente, al entrevistarse con el oficial que atiende Lacras Sociales y decirle que su un caso no era más que un acto de homofobia, este lo amenazó diciéndole que cuando el volviera a estar ahí, le iba aplicar el Peligro.

Esa misma madrugada, al salir de la estación de la P.N.R, él y otro gay se dirigieron a la ciudad de Matanzas para presentar la queja. El oficial que los atendió les dijo que debían dirigirse directamente a Osmany, el Jefe de la policía de Varadero. Osmany les dijo que había unos gays de Matanzas que están robando y cada vez que esto pasa recogían a todos los homosexuales.

Alberto me ofreció números de teléfonos, direcciones, fotos y algunos documentos donde pude verificar no sólo el testimonio que me ofreció, sino otros detalles y casos similares que harían interminable esta exposición. Como a Lulú, un travesti al cual la policía lo detuvo alegando que les estaba prohibido a los travesti circular por Varadero después de las ocho de la noche. También entrevisté a Maikel quien es Licenciado en Cultura Física, y añadió otros elementos a la declaración de Alberto, como las continuas burlas de los policías cuando detienen a los gays, aunque dice que en su caso, debido a su doble condición de negro y homosexual, siente más fuerte estos acosos policiales. Me narró la ocasión en que él y Alberto se encontraban tomando, y la policía no sólo les confiscó la botella, sino que además se los llevó esposados y le hizo una prueba de alcoholismo, sin motivo alguno.

Pero ninguna de hechos despierta más indignación como la redada policial contra los gays ocurrida en el Viaducto de Matanzas, un lugar cercano a Las Ruinas (un cabaret donde los fines de semana funciona una especie de disco gay). Se trata de un parque donde acostumbran reunirse no sólo los homosexuales masculinos, sino también quienes intentan viajar hacia La Habana o los que se dirigen a otros sitios de la ciudad, así como hacia Varadero y Cárdenas. Pues es un lugar donde se puede alquilar máquina, tomar una guagua para estos destinos. El testimonio sobre este suceso me lo ofreció Enrique Serrano, quien labora como dependiente en el hotel Laguna Azul, en Varadero, y me fue corroborado por otros gays. Enrique no recuerda la fecha exacta en que ocurrió esta redada, aunque por el comprobante de la multa que le fue impuesta se puede colegir que fue el 22 de enero pasado. Cuenta a eso de las doce de la noche él y un grupo de amigos estaban en la parada esperando un transporte para regresar a Cárdenas, cuando dos policías le piden el carnet de identidad, y luego los montaron, junto con otros gays, en uno de los dos camiones que esperaban encima del puente, donde había dos perros, uno a cada lado de los asientos laterales del camión. Los trasladaron a la unidad de la P.N.R que radica en Playa y los encerraron en un calabozo de aproximadamente 4X3 metros. En el que le tocó a había 25 personas, aproximadamente 20 de ellas eran gays. Allí permanecieron encerrados hasta las 10 de la mañana, hora en que los subieron a todos a un salón para una reunión con el Jefe de la P.N.R. de Playa, quien se dirigió a los gays acusándolos de que se pasaban la madrugada merodeando por el Viaducto, donde se prostituían y hacían no se sabe unas cuantas barbaridades. A todos les impusieron una Carta de Advertencia por ser proclive a diversos delitos como: prostitución, robo con violencia, reunirse con elementos antisociales, etc. Los ficharon y en su caso como en el de otros amigos suyos que estaban de visita en Matanzas le pusieron 30 pesos de multa por estar ilegal en esa ciudad y por negarse a firmar la carta o Acta de Advertencia.

Hasta aquí mi relato sucinto de estas prácticas humillantes, de criminalización de la identidad homosexual, de coerción y represión de su ciudadanía y sus diferentes modos de expresarse dentro del espacio público en la provincia de Matanzas que estos gays, al igual que este bloguero considera urgente denunciar.