El movimiento antirracista cubano inicia la batalla por una plataforma común.

(Segunda Parte: el correlato ARAAC)

Por Alberto Abreu Arcia

Uno de los momentos más importante de la reunión convocada por la Red de Mujeres Afrodescendienes, el pasado miércoles en la Casa Social de la Unión de Juristas de Cuba, es aquel donde la discusión y análisis del documento se entrecruza con la situación actual de ARAAC y su devenir dentro del movimiento antirracista cubano.

Integrada por diversas organizaciones comunitarias, de mujeres, obreros y de carácter académico, del movimiento negro en América Latina y el Caribe, las cuales forman parte de la sociedad civil en sus respectivos países, la Articulación Regional Afro descendiente de América Latina y el Caribe, (ARAAC) ha sido una fuerza importante, que ha realizado importantes contribuciones en este esecenario.

Con la presentación oficial del capítulo cubano -ocurrida el 20 de mayo del 2013, en conmemoración al 101 aniversario del inicio de la protesta armada que terminara en una masacre de más de 2 mil miembros del Partido Independiente de color- el movimiento antirracista cubano culminaba un proceso previo de encuentros y discusiones con expertos, luchadores, activistas, líderes y de lideresas comunitarios de los movimientos negros de varios países quienes demandaban la urgente incorporación de Cuba a esta organización.

Más allá de los nobles y estratégicos motivos que condicionaron su existencia, a través de su cortos años de vida, los directivos del capítulo cubano de ARAAC fueron seduciendo e implicando en su agenda trabajo a un grupo relevante de académicos, intelectuales, activistas comunitarios, artistas, y otras personas enfrascados, dentro de la Isla, en la lucha antirracista. Su pluralidad, fue un paragua bajo el cual se agruparon muchas voces y proyectos alternativos dentro de nuestra emergente sociedad civil, recelosos de lo institucional y sus recónditas mediaciones. Quizás por su propia condición de articulación regional, su llegada pareció introducir un punto de giro en el espacio de las posiciones y tomas de posiciones en estas luchas. Catalizó otras lógicas y dinámicas hasta entonces inéditas, así lo revela el pronunciamiento de ARAAC sobre la aparición del texto de Roberto Zurbano en el The New York Time.

La simpatía internacionalmente ganada por ARAAC, en su capítulo cubano fue un hecho que pude constatar en mi último viaje a los Estados Unidos. El ensayo de Tomás Fernández Robaina “Los términos afrocubano y afrodescendiente y la importancia de ARAAC para Cuba”, aparecido en Identidades Políticas en tiempo de Afrodecesdencia, eds. Silvia Valero y Alejandro Campo, Universidad Autónoma de Buenos Aires, también se reflexiona sobre este impacto.

Sin embargo, en los últimos meses muchos colegas, fuera de la Isla, quienes nos han acompañado en los momentos más difíciles de este batallar, se han mostrado preocupados ante los presuntos rumores sobre la muerte o disolución del capítulo cubano de ARAAC. Aclarar lo que hay de cierto o falso en los mismos es una respuesta que, desde el respecto y la hermandad, se nos debe. “Me he sentido muy usado”, me dijo un amigo, para más señas poeta, quien dio por reales tales rumores. Luego hizo una pausa desmesurada y añadió: “¿Para qué los esclavos necesitan tener esclavos?” Lo miré detenidamente. Comprendí que había sido herido en su amor propio por los egos del liderazgo.

Desde entonces, tener una respuesta defino para mí en una especie de obsesión. Por estos motivos, les propongo a mis lectores volver a aquellos instantes del debate sobre la primera versión del documento presentado por la Red de Mujeres Afrodescendiente y dirigido a los consejos de Estado y Ministros de la República de Cuba, donde el tópico ARAAC se instaura como un correlato. La trayectoria que describe el mismo a lo largo de varias intervenciones nos ayudará a despejar tales inquietudes, y revela los nuevos deslizamientos en el espacio de las posiciones y toma deposiciones dentro de la lucha antirracista cubana y sus distintos posicionamientos enunciativos para hablar por y desde que intentan dirimirse en estos rumores. Sugiero que presenten atención a la trayectoria del discurso, al juego entre lo dicho y lo desplazado, lo que se suprime y lo que, al mismo tiempo, intenta colocarse en el lugar de suprimido, las tensiones entre subordinación al Estado y sus instituciones y la autonomía de ARACC como una acción ciudadana dentro de la emergente sociedad civil cubana. Estos son algunos de los ejes que se tensan en torno a las intervenciones que a continuación transcribo y que el rumor como estrategia enmascara y vehicula.

Voy a entrar a la escena de este juego de posiciones, justo después de la intervención de Zurbano -quien habló a nombre de ARAAC-, cuando Gisela Arandia, hace un paréntesis para aclarar una idea relacionada con esta intervención. “En algún momento, [dice Gisela] yo también, personalmente, planteé que como ARAAC hiciéramos algo. Algunos compañeros me dijeron ARAAC ya no existe. Entonces tú, [dirigiéndose a Zurbano] has hablado a nombre de ARAAC. Voy a tomar unos minutos porque me encanta la forma en que se está haciendo esto. En realidad nadie nos ha dicho que ARAAC ha sido disuelta. Yo envíe un documento al Ministro de Cultura y también al Partido pidiendo que nos den una explicación. Y llevo ya varias semanas esperando esa respuesta. Esta reunión nos sirve para enfatizar que no tengo la respuesta. Suponiendo de que sea disuelta”, aunque aclara que esto último “ya cae en el campo de la especulación”, y recuerda cómo fue disuelto el Proyecto Color Cubano, así como la accidentada trayectoria de otros proyectos similares truncados por mandatos del Estado. Observa que en la actualidad solo ha “quedado como espacio la Comisión Aponte que es un espacio que respetamos la manera en que ellos están trabajado, pero ellos están trabajando solo en los espacios institucionales, no están trabajando con la población. No son debates públicos donde pueden asistir las personas, solo personas muy específicas que ellos han elegido para que asistan”.

Esta aclaración de Gisela Arandia, minutos después es retomada por Roberto Zurbano: “Déjame aclarar una cosa. En el caso de ARAAC, en una reunión que tuvimos, Gisela y Giselita, se retiraban porque tenían otras cosas que hacer y por una acumulación de sucesos que hubo allí. Eso no quiere decir que ARAAC se acabó o que deja de existir cuando dos compañeras se retiran. Pero los compañeros que estuvimos allí, nunca dijimos: ‘disolvemos esto y se acabó ’. De manera que yo sigo pensando como ARAAC y yo pienso, -por las conversaciones que tuvimos estos días con Maritza, Zuleica y con otras personas sobre ARAAC- que en ningún sentido hay noticias de disolución. Lo que creo es que hay una serie de cuestiones puntuales que debemos asumir de manera más conceptual y de forma menos anecdótica.

Vayamos a otros dos instantes donde el análisis y discusión del documento de la Red de Mujeres Afrodescendiente, se entrecruza con una especie de clamor y alegato de defensa y reconocimiento a la existencia de ARAAC. Me refiero a las intervenciones de Tomás Fernández Robaina y Gisela Morales [Giselita]. Para el primero, “hay una cosa muy importante para mí, porque me agradó muchísimo que el compañero Zurbano dijera que estaba hablando a nombre de ARAAC. Yo también soy miembro de ARAAC. Fuimos fundadores de ARAAC como también lo fue Gisela. Yo nunca he aceptado que se diga que ARAAC está muerta”. Y tras aludir a la reciente aparición de su ensayo “Los términos afrocubano y afrodescendiente y la importancia de ARAAC para Cuba”, donde se incluye como anexo la conferencia de prensa ofrecida el 20 de mayo del 2013 con motivo de la presentación oficial del capítulo cubano de ARAAC, considera que este hecho “marcó entre nosotros un momento histórico” por lo que no podemos dejar que ARAAC desaparezca.

Gisela Morales [Giselita]: “Yo quiero aprovechar este contexto para aclarar una cosa. Primero, yo no renuncié a ser miembro de ARAAC. Yo renuncié de manera voluntaria y quiero aclarar esta palabra, a recibir un salario por trabajar en ARAAC. Primero, porque consideré que era poco ético y una falta de respeto, de mi parte, ese tiempo que pasé ganando un salario por hacer una cosa que todo el grupo hace gratis. Eso en primer lugar. Porque yo tenía esa inconformidad. Además de mi inconformidad con muchas cosas que pasaron con mi persona y con el rol que estaba jugando allí. No es que yo renuncié a ARAAC y a participar en ARAAC, ni a participar en el tema. Sigo participando, sigo ayudando. Y en segundo lugar, quiero decir, que a ARAAC nadie lo puede disolver, porque ARAAC no está en ninguna institución. El único vínculo que había de ARAAC con alguna institución era el salario que se me pagaba, y al cual, por mi propia decisión, renuncié. No porque nadie me llamó, ni me pidió explicaciones. Tengo que decirlo con toda franqueza. Nadie me controló, nadie me dijo: has esto. No hagas aquello. Por lo tanto, ARAAC si fue creada desde la sociedad civil y quiere existir, va a existir. Si las personas y los miembros decida que exista, va a existir. Si deciden que no exista más: no existe. La existencia de ARAAC no depende del Estado. Ese es mi punto de vista. ARAAC fue creado como un grupo, para ello se le pidió ayuda al Estado, pero no fue desde el Estado. Y sus miembros son ciudadanos. Y si los ciudadanos deciden reunirse no hay que pedirle permiso al Estado, ni nadie puede disolver un proceso que los ciudadanos deciden llevar adelante”. Por último, reiteró: “Si sigue existiendo ARAAC, yo voy a votar por ARAAC, porque me parece que ARAAC es una acción en la que yo sigo creyendo”.

Hasta aquí mi relato. Es una deuda que tenía con los lectores de este blog, con muchos hermanos y hermanas y conmigo mismo.

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